Las citas de los viernes: La locura del Quijote

Nuestra breve ruta se acerca al final, en los infiernos creativos, de la locura, una de sus cumbres más excelsas, la locura del Quijote, que ustedes disfruten estas perlas:

Porque ¿cómo queréis vos que no me tenga confuso el qué dirá el antiguo legislador que llaman vulgo cuando vea que, al cabo de tantos años como ha que duermo en el silencio del olvido, salgo ahora con todos mis años a cuestas, con una leyenda seca como un esparto, ajena de invención, menguada de estilo, pobre de conceptos y falta de toda erudición y doctrina, sin acotaciones en el fin del libro, como veo que están otros libros, aunque sean fabulosos y profanos, tan llenos de sentencias de Aristóteles, de Platón y de toda la caterva de filósofos que admiran a los leyentes y tienen a sus autores por hombres leídos, eruditos y elocuentes? Pues ¿qué, cuando citan la Divina Escritura? No dirán que son unos Santos Tomases y otros doctores de la Iglesia; guardando en esto un decoro tan ingenioso, que en un renglón han pintado un enamorado distraído, y en otro hacen un sermoncico cristiano, que es un contento y un regalo oílle y leelle. De todo esto ha de carecer mi libro, porque no tengo qué acotar en el margen, ni qué anotar en el fin, ni menos sé que autores sigo en él, para ponerlos al principio, como hacen todos, por las letras del A, B, C, comenzando en Aristóteles y acabando en Xenofonte y en Zoilo y Zeuxis, aunque fue maldiciente el uno y pintor el otro. también ha de carecer mi libro de sonetos al principio, a lo menos de sonetos cuyos autores sean duques, marqueses, condes, obispos, damas o poetas celebérrimos;: aunque si yo los pidiese a dos o tres oficiales amigos, yo sé que los darían, y tales, que no les igualasen los de aquellos que tienen más nombre en nuestra España…

“Díjole como ya le había dicho que en aquel castillo no había capilla, y para lo que restaba de hacer tampoco era necesaria; que todo el toque de quedar armado caballero consistía en la pescozada y en el espaldarazo, según él tenía noticia del ceremonial de la orden, y que aquello en mitad de un campo se podía hacer; y que ya había cumplido con lo que tocaba al velar las armas, que con solas dos horas de vela se cumplía, cuanto más que él había estado más de cuatro. Todo se lo creyó Don Quijote… Advertido y medroso desto el castellano, trujo luego un libro donde asentaba la paja y cebada que daba a los harrieros, y con un cabo de vela que le traía un muchacho y con las dos ya dichas doncellas, se vino a donde Don Quijote estaba, al cual mandó hincar de rodillas; y, leyendo en su manual (como que decía alguna devota oración), en mitad de la leyenda alzó la mano y dióle sobre el cuello un buen golpe, y tras él, con su mesma espada, un gentil espaldarazo, siempre murmurando entre dientes, como que rezaba. Hecho esto, mandó a una de aquellas damas que le ciñese la espada, la cual lo hizo con mucha desenvoltura y discreción; porque no fue menester poca para no reventar de risa a cada punto de las ceremonias pero las proezas que ya habían visto el novel caballero las tenía la risa a raya…”

“En este tiempo solicitó Don Quijote a un labrador vecino suyo, hombre de bien (si es que este título se puede dar al que es pobre), pero de muy poca sal en la mollera. En resolución, tanto le dijo, tanto le persuadió y prometió que el pobre villano se determinó de salirse con él y servirle de escudero. Decíale, entre otras cosas, Don Quijote que se dispusiese a ir con él de buena gana, porque tal vez le podía suceder aventura que ganase en quítame de allá esas pajas alguna ínsula, y le dejase a él por gobernador della. Con esas promesas y otras tales, Sancho Panza, que así se llamaba el labrador, dejó su mujer y hijos y asentó por escudero de su vecino…”

Y el primero que maese Nicolás le dio en las manos fue Los cuatro de Amadís de Gaula, y dijo el Cura:
Parece cosa de misterio esta; porque según he oído decir, este libro fue el primero de caballerías que se imprimió en España, y todos los demás han tomado principio y origen deste; y así me parece que como a dogmatizador de una secta tan mala, le debemos sin excusa alguna, condenar al fuego.
No, señor – dijo el Barbero -; que también he oído decir que es el mejor de todos los libros que de este género se han compuesto; y así, como a único en su arte, se debe perdonar…
Este es -respondió el Barbero – Don Olivante de Laura.
El autor de ese libro -dijo el Cura fue el mesmo que compuso a jardín de flores, y, en verdad, que no sepa determinar cuál de los dos libros es más verdadero, o, por decir mejor, menos mentiroso; solo sé decir que este irá al corral, por disparatado y arrogante.
La Galatea, de Miguel de Cervantes – dijo el Barbero.
Muchos años ha que es grande amigo mío ese Cervantes, y sé que es más versado en desdichas que en versos. Su libro tiene algo de bueno invención; propone algo, y no concluye nada; es menester esperar la segunda parte que promete, quizá con la enmienda alcanzará del todo la misericordia que ahora se le niega; y entre tanto que esto se ve, tenedle recluso en vuestra posada.
Señor compadre, que me place respondió el Barbero-. y aquí vienen tres, todos juntos: La Araucana de don Alonso de Ercilla; La Austríada, de Juan Rufo, jurado de Córdoba, y el Monserrate, de Cristóbal de Virués, poeta valenciano…

El vals del minuto: Porqué amo leer?

Un minuto solamente, un minuto nada más para cantar este vals… cómo dice la enorme Nacha Guevara; un minuto para pensar en el enorme placer de la lectura y el

Lindo con que nos regala

Que ustedes lo disfruten:

Las citas del viernes: A propósito de nada de Woody Allen

Asomarse a la vida de los demás es siempre un acto temerario porque nos muestra lo mejor y lo peor de la naturaleza humana, narrarla es, por su parte, un acto heroico con pinceladas de infamia. Las memorias de Woody Allen no escapan a esta regla; escritas con su humor inefable, ácido y negro, exhiben a un genio en la búsqueda de su obra maestra, al individuo enfrentado a la realidad sobre la que, pese a todo se sobrepone. Me impresiona mirar su humildad frente al éxito y su tortuosidad en lo cotidiano y renueva mi fe en que el humor y los buenos modos siempre, de muchas maneras, nos ayudan a sobrevivir y prosperar. Aquí sus momentos estelares.

A propósito de nada de Woody Allen, Alianza editorial.

Permítanme expresarlo de esta manera: la teoría freudiana de Edipo según la cual inconscientemente todos los hombres queremos matar a nuestros padres y casarnos con nuestras madres choca contra una pared en lo que respecta a mi madre.

Yo siempre veía el ataúd medio lleno. De los mil y un quebrantos que heredó nuestra carne, yo conseguí evitarlos todos salvo el número seiscientos ochenta y dos: carezco del mecanismo de defensa de la negación. Mi madre decía que no podía entenderlo. Siempre aseguraba que yo fui un niño amable, dulce y alegre hasta los cinco años y que luego me convertí en un chavo avinagrado, desagradable, rencoroso y malo.

Me topé con la misma pregunta que sacaba de quicio al expríncipe de Dinamarca: ¿por qué hemos de soportar piedras y flechas cuando puedo mojarme la nariz, introducirla en el enchufe y no tener que volver a enfrentarme nunca más a la ansiedad, a la angustia o al pollo hervido de mi madre? Hamlet decidió no hacerlo porque temía lo que le ocurriría en el más allá después de la muerte, pero yo no creo en eso, de modo que, dada mi opinión totalmente deprimente sobre la condición humana y lo dolorosamente absurda que ésta es, ¿por qué seguir adelante? Finalmente no logré encontrar ninguna razón lógica para explicarlo y llegué a la conclusión de que, sencillamente, los seres humanos estamos programados para resistirnos a la muerte. La sangre es más fuerte que el cerebro. No hay ningún motivo lógico para aferrarse a la vida, pero, a quién le importa lo que dice el cerebro? El corazón dice: Has visto a Lola con su minifalda?

Por fin, se apagaban las luces, se abría el telón y la pantalla plateada se iluminaba con un logotipo que te hacía salivar el corazón, si se me permite mezclar las metáforas, con anticipación pavloviana.

Pronto construiría allí un edificio de apartamentos, en el mismo sitio donde tiempo atrás habían demolido el Rick’s Café.

Entonces la función doble ha terminado y abandono la magia Oscura y reconfortante de la sala de cine y vuelvo a emerger en la Coney Island Avenue, con el sol y el tráfico, y emprendo el regreso al triste apartamento de la Avenida K.

«Siempre está coqueteando con las chicas», le dijo una de esas zánganas estériles a mi madre. Sí, me gustaban las chicas. ¿Qué se supone que me tenía que gustar, las tablas de multiplicar?

Lo que no había comprendido era que Bechet, Armstrong, George Lewis, Johnny Dodds, Jelly Roll Morton y Jimmie Noone eran genios de la música. Tenían un estilo primitivo, pero, dentro de los parámetros del jazz de Nueva Orleans, poseían algo realmente mágico en su interior que manaba de cada nota que tocaban. Yo, que era un zopenco totalmente ingenuo, no comprendía que carecía de ese genio y que, a pesar de todo el entusiasmo y el amor que sentía por esa música, estaba destinado a no ser más que un músico insignificante y mediocre al que se escucharía y se toleraría gracias a su carrera cinematográfica, no por nada que tuviera algún mínimo valor para el jazz.

Pero a quién le importa lo que yo piense: todo es cuestión de gustos. A algunos esas esbeltas modelos de ropa interior pueden parecerles hermosas y sensuales y tal vez a mí no. Sólo que a mí sí me lo parecen y no hay nada que pueda hacer al respecto. Y luego dicen que es cuestión de gustos.

Y cuando hablo de perros también incluyo a los Yorkshire terriers. Ódienme si quieren, pero las mascotas no me gustan. Desde luego que no me agrada que me muerdan y detesto que me llenen de pelos, me laman o me ladren. Siempre pensé que, en la escala evolutiva, todos los animales son humanos fallidos. Tampoco me gusta que los canarios me canten ni que los peces me miren.

Les digo que tuve una buena infancia. No debería ser como soy.

Y, como yo estoy en las artes, envidio a las personas que se consuelan con la convicción de que el mundo que crearon perdurará, que se hablará mucho de él y que, de alguna manera, al igual que ocurre con los católicos y su fe en la vida después de la muerte, el «legado» que dejan como artistas los hará inmortales. La cuestión es que todas las personas que discuten sobre el legado del artista y que comentan lo genial que es su obra están vivas y pidiendo pastrami, mientras que el propio artista está metido en una urna o enterrado en Queens. Toda esa gente que desfila ante la tumba de Shakespeare recitando alabanzas le importa un reverendo comino al bardo, y llegará el día -un día muy lejano, pero va a llegar sin el menor asomo de duda- en que todas las obras de Shakespeare, a pesar de sus brillantes tramas y sus estirados pentámetros yámbicos, así como cada uno de los puntitos de Seurat, se esfumarán con cada átomo del universo. De hecho, el propio universo desaparecerá y no habrá ningún lugar donde puedas colgar el sombrero. Después de todo, no somos más que un accidente de la física. Y un accidente bastante torpe, por cierto. No el producto de un diseño inteligente, sino, en realidad, la obra de un vulgar metepatas.

Me contrataron y luego me dejaron a la deriva, igual que a los otros, pero, como los años de hostigamientos maternos me habían llenado de ambición, supe aprovechar sensatamente el tiempo y el dinero.

Como sea, Harlene y yo hacíamos de todo, así que un día levantamos la mirada y decidimos casarnos. Ēramos unos chavos; no nos quedaba otra cosa que hacer. Habíamos visto todas las películas y obras de teatro, habíamos ido a museos, habíamos jugado minigolf, nos habíamos tomado unos capuchinos en Orsini’s y habíamos pasado un día en Fire Island. ¿Qué quedaba? De modo que nos comprometimos.

Ellos, por sí mismos, no eran capaces de arrancarle una risita a un gordo maníaco drogado con gas de la risa.

Finalmente, me quedé. Compartí el baño y la cama. (Bruno Bettelheim cuenta que, en los campos de concentración, uno se habituaba rápido a unas condiciones espantosas que, sin la amenaza de tortura o muerte, habrían requerido largos años de adaptación con resultados dudosos. Por supuesto que Bettelheim no estaba pensando en compartir una cama con Milt Rosen.)

Era un autor judío de la misma manera en que lo era Mailer, es decir, ambos eran judíos pero eso jamás se traslucía en su obra.

Nos estrechamos la mano, sin firmar ningún papel, y seguimos juntos hasta que él se murió con cien años. Era una de las pocas personas, por no decir la única, entre las que yo conocí, que era un verdadero sabio. No sólo era listo olfato para el talento. La sabiduría es algo distinto, y por mucho que intenté enfrentarme a esa sabiduría con mis racionalizaciones, mis temores, mis prejuicios y mis ideas disparatadas, él siempre logró imponerse lo suficiente como para realizar una contribución gigantesca a mi carrera. Pero, al principio, me peleaba con él.

Cada noche, después de la función, nos íbamos con Jack al Stage Delicatessen para hablar de la actuación, y yo me enteraba de que algunas de mis referencias eran demasiado oscuras, demasiado para enterados, «demasiado agudas, tanto que sólo los perros pueden oírlas», decía Jack.

Gracias a ella, me he familiarizado un poco con Kant, Kierkegaard, Schopenhauer y Hegel, y si bien no podría afirmar realmente que ya podía distinguir mi «en sí» de mi «para sí», sí podía entender que «estar-en-un matrimonio malo» y «Estar-en-un matrimonio malo» no eran dos conceptos muy distintos entre sí, más allá de lo que Heidegger pudiera llegar a opinar.

Y en algún lugar del cielo, ese mismo personaje que había jugado sádicamente con Job se encontró con mi foto en el archivo y se frotó las manos con anticipatorio deleite.

¿Me proporcionó eso alguna clase de satisfacción? En mis labios empezó a dibujarse una sonrisita de superioridad como si yo fuera el profesor Moriarty, aunque segundos más tarde me encontré de golpe otra vez en el mundo real, donde esas pequeñas ironías no bastan para alterar la mezquina indiferencia de la naturaleza.

En aquellos tiempos había un sitio en Chicago que se llamaba Black Angus donde te servían unas costillas cuyo sabor le daba un sentido a la vida que no se podía encontrar ni en la religión, ni en el psicoanálisis o ni en el arte más sublime.

Hay una gran brecha entre fracasar en la letra impresa y fracasar en el escenario. Fracasar en la letra impresa es un asunto privado. Fracasar delante de una audiencia es algo embarazoso y el cómico experimenta la misma sensación desagradable que uno podría tener si lo crucifican.

Cientos de reseñas de todas partes, tan diferentes, tan opuestas entre sí. ¿Y con qué fin? ¿Así puedo leer que soy un genio o un idiota incompetente? Ya sé que soy incompetente y que no nací genio. La obsesión con uno mismo, esa traicionera pérdida de tiempo.

Pero ya llegaré a Manhattan. Primero, mi ingreso en el mundo del drama. Como no quería sacar partido de mis cualidades de payaso, decidí probar suerte con una tragedia, y si bien es posible que no haya logrado cumplir con los requisitos aristotélicos de compasión y temor, sí es cierto que conseguí que el público se compadeciera de mí y que los inversores aprendieran el significado del temor.

Las citas de los viernes: La vida ante sí de Émile Ajar (Romain Gary), Plataforma Editorial.

Si no ha visto la película «La vida ante sí» que protagoniza Sophia Loren por Netflix, no lo dude, la diva esta enorme, fantástica y la historia es inolvidable; para su descanso de fin de semana, los momentos estelares del libro que le dio origen, uno de los más hermosos que he leído, una caricia dulce amarga al corazón. Que ustedes lo disfruten.

La vida ante sí, de Émile Ajar. Plataforma editorial


Lo primero que puedo decirles es que vivíamos en un sexto sin ascensor y que para la señora Rosa, con los kilos que llevaba encima y sólo dos piernas, aquello era toda una fuente de vida cotidiana, con todas las penas y sinsabores. AsíÍ nos lo recordaba ella cuando no se quejaba de otra cosa, porque, además, era judía. Tampoco tenía buena salud, y otra cosa que puedo decirles es que era una mujer que merecía un ascensor.


La primera vez que vi a la señora Rosa tendría yo tres años. Antes de esa edad no se tiene memoria y se vive en la ignorancia. Yo dejé de ignorar a la edad de tres o cuatro años y a veces lo echo de menos.


Más adelante hablaré de la señora Lola, que, desde luego, era una persona distinta de las demás, porque también las hay. Por eso la quería yo.


Eso de los niños es muy contagioso. Donde.hay uno en seguida vienen más. 


Banania, que siempre se reía porque había nacido de buen humor.


Son historias de chiquillos que no habían podido abortarse a tiempo y que no eran necesarios.


La señora Rosa ponía como un trapo a Banania, pero él se quedaba tan fresco porque no tenia más que tres años y una sonrisa.


Aquel perro fue una verdadera desgracia para mí. Me puse a quererlo a más no poder. Y los demás también menos Banania, al que tenía sin cuidado pues siempre estaba contento sin más ni más. Nunca he visto un negro contento.con motivo.


No sé lo que hubiera hecho sin él, era verdaderamente urgente y puede que hubiera acabado en chirona, Cuando lo sacaba a la calle me sentía alguien, pues yo era todo lo que él tenía en el mundo. Tanto lo quería que lo di. Tenía unos nueve años y a esa edad ya se piensa, salvo quizá cuando uno es feliz.


En casa de la señora Rosa no había seguridad, todos vivíamos pendientes de un hilo, con la vieja enferma, sin dinero y con la amenaza de la Asistencia Pública. No era vida para un perro.


La señora Rosa me miraba sin contestar y yo estaba muy triste, Nunca me gustó hacer sufrir a la gente porque soy un filósofo. Detrás del doctor Katz, encima de una chimenea, había un barco de vela y, como me sentía muy desgraciado y quería irme lejos, muy lejos de allí y lejos de mí, subí a bordo, me puse a hacerlo volar y crucé océanos con mano firme. Creo que fue entonces, a bordo del velero del doctor Katz, la primera vez que me fui lejos. En realidad, no puedo decir que antes de aquello yo fuera un niño. Y aun ahora, cuando quiero, puedo embarcarme en el velero del doctor Katz y marcharme solo muy lejos, Nunca se lo he dicho a nadie y siempre hago como que sigo aquí.


El señor Hamil parecía muy triste. Era por sus ojos, los ojos es siempre donde la gente más triste está.


El negro del que les hablo, el señor N’Da Amédée, en realidad era analfabeto porque se había hecho alguien demasiado pronto y no había tenido tiempo de ir a la escuela.


El otro guardaespaldas todavía tenía la cara intacta, pero era una lástima. A mí no me gusta la gente que tiene una cara que siempre está cambiando, como si se le escurriera por todas partes, y que no tiene la misma expresión dos veces seguidas. A éstos se les llama hipócritas. Desde luego, sus motivos tendría, pero ¿quién no los tiene?


Me pareció que le pesaba haberme acusado por nada. Pero hay que comprenderla. La vida era lo único que le quedaba. La gente quiere la vida más que a nada y es hasta gracioso cuando piensa uno en todas las cosas bonitas que hay en el mundo.


Me gustaba sentarme en la sala de espera a esperar, y cuando se abría la puerta del despacho y salía el doctor Katz, todo de blanco y me acariciaba el pelo, yo me sentía mejor. La medicina sirve para eso.


No tengo ni idea de lo que podía soñar la señora Rosa, en general. No veo de qué sirve soñar para atrás, y, a su edad, ya no podía soñar para delante.


Yo me cago en la heroína. Los chavales que se inyectan se convierten en adictos a la felicidad y eso no perdona, ya que a la felicidad se la conoce por sus estados de carencia. Para inyectarse hace falta tener ganas de ser feliz y esto sólo puede ocurrírsele a un gilipollas como una casa. 


Y es que a mí la felicidad no me tira. Yo sigo prefiriendo la vida. La felicidad es una inmundicia y una mamarrachada habría que darle un buen escarmiento.


No seré yo quien se arriesgue a entrar en la felicidad antes de haberlo intentado todo para salirme de ella.


Dice el señor Hamil que la humanidad no es más que una coma en el gran libro de la vida y si un viejo dice semejante estupidez no sé qué podría yo añadir. La humanidad no es una coma, porque cuando la señora Rosa me mira con sus ojos de judía no es una coma, sino todo el gran libro de la vida entero, Y yo no tengo ningunas ganas de verlo.


Cuando se es un crío, para ser alguien hay que ser muchos.


Pero no es que me guste matar, sino todo lo contrario. No, lo que a mí me gustaría es ser un tío como Victor Hugo. Dice el señor Hamil que con las palabras se puede hacer cualquier cosa, sin tener que matar a nadie.


Tengo un amigo, el Claudo, que haciendo el idiota así fue a parar debajo de las ruedas y tuvo derecho a tres meses de cuidados en el hospital, mientras que, estando en casa, si hubiera

El vals del minuto de los lunes: Sophia Loren y las artes

Sophia Loren es un compendio viviente de las artes del siglo XX; una mujer eternamente hermosa, que envejeció con una dignidad admirable, que demostró que más allá de la belleza y el ámbito mundano, era la encarnación del cine y el arte dramático; la Loren – cantante, actriz, escritora -, retorna a la pantalla con una magnífica adaptación de la novela «La vida ante si» de Romain Gary, estrenada por Netflix. Un minuto para honrar la belleza, el talento y la gloria de una de las mujeres más bellas de la historia.

Sofía Loren y la vida ante si

Viernes de citas: La belleza del Haiku

Del «Libro del Haiku», con la magnífica selección de Alberto Silva, estas diminutas joyas para disfrutar el viernes:

  • En Año Nuevo, iquién pudiera, de nuevo, hacerse niño!i Issa
  • A lomos de aquel hombre la chica cruza.el río, bajo luces rasgadas de luna. Shiki
  • Corriente abajo, sin huella de algún puente para este día que no se acaba. Shiki
  • Se alarga el día como mis ojos que se extravían escrutando el mar. Taigi
  • No quiere el día despedirse: remolonea entre los charcos. Issa
  • Fue darme vuelta o el hombre que cruzaba se hizo niebla. Shiki
  • ¡Primavera de viento!: el sauce llora gotas, polvo el ciruelo. Shôha
  • Mujer estéril: juega con ternura a las muñecas! Ransetsu
  • Luz en la lumbre cada muñeca viste su propia sombra. Shiki
  • Para los gatos, amar es revolcarse y entre grandes bostezos levantarse. Issa
  • ¿Es una flor caída, que vuelve a su rama? ¡Es una mariposa! Moritake
  • Las manos en el suelo, un sapo, respetuoso, recita su poema. Sôkan
  • Abre el oído, somételo al silencio de las flores. Onitsura
  • Un niño boquiabierto mira caer las flores ¡Todo un Buda! Kubutsu
  • Azaleas que en el dedo del cantero parecieran heridas. Buson
  • Hago del fresco mi propia residencia (y en ella duermo). Bashô
  • La campanilla no calla y escucha el calor en el suave gotear del reloj. Yayû
  • Hacia aquellas montañas, hirviendo se repliega la jornada. Onitsura
  • Una fila de hormigas prolonga la cresta de nubes flotantes. Issa
  • Al vagabundo el verano lo viste de tierra y cielo. Kikaku
  • Al fresco, mi cuarto se hace todo jardín, todo montañas. Bashô
  • Errante, sin fronteras, labrador de mi nimia parcela. Bashô
  • Todo está en calma. El son de las cigarras taladra rocas. Bashô
  • Mi guarida es menuda pero alcanza para las piruetas de mis pulgas. Issa
  • Cuarenta grados»: en su fiebre, el enfermo sigue en verano. Shiki
  • Este camino ya nadie lo recorre, salvo el ocaso Bashô
  • Luna en el agua: se astilla en mil pedazos, renacen mil lunas de agua. Chôshû
  • Con el agua, se escurre el día en los arrozales. Buson
  • A diez pasos de casa, como en un mar me interno en el otoño. Shiki
  • ¿A quién le cuento la pena de acabarse el otoño? Ryôkan
  • Me voy. Te quedas. Dos otoños. Buson
  • ¡Van tan atareadas, preñadas de lluvia, preñadas de viento, las velas del mar! Kyorai
  • Alba. Rugidos de ballena. Mar de escarcha. Kyôrai
  • Nieve, de luna iluminada, donde tirar mi vida. Kikaku
  • No hay cielo ni tierra. Sólo nieve que cae eternamente. Hashin
  • Montes y campos ocultos en la nieve, envueltos en la nada. Jôsô
  • Aguanieve infinita, impenetrable soledad
  • Los que miran la nieve, uno a uno invisibles, se han hecho nieve. Katsuri
  • Cumplir cincuenta sin jamás ser capaz de invernar. Issa
  • La llama inmóvil no es más que un firmamento de soledades. Yaba

El rincón de la bibliografía: Nikos Kazantzakis

En honor al cumpleaños del dulce revolucionario, Nikos Kazantzakis, su bibliografía comentada y algunos obsequios adicionales. Honra a la dulce reflexión y al maravilloso autor:

Lirio y serpiente+

http://www.acantilado.es/catalogo/lirio-y-serpiente/

Las almas rotas

https://www.gingerapebooks.com/kazantzakis

Toda-Raba

http://www.abretelibro.com/foro/viewtopic.php?t=107387&p=4386693

El jardín de las rocas 

http://www.tusrelatos.com/resenas/el-jardin-de-las-rocas

Alexis Zorba el griego

https://www.abc.es/viajar/noticias/abci-verdadero-y-poco-conocido-origen-zorba-griego-201803042213_noticia.html

La inolvidable escena de la danza de Zorba:

Cristo de nuevo crucificado 

https://elpais.com/ccaa/2018/11/03/catalunya/1541248749_692037.html

Trailer de la película “El que debe morir”:

El Capitán Michalis: Libertad o muerte

https://www.lacentral.com/kazantzakis-nikos/ediciones-catedra/el-capitan-mijalis-libertad-o-muerte/9788437630526

La última tentación de Cristo

http://ratitasdebiblioteca.blogspot.com/2016/05/la-ultima-tentacion-de-cristo-de-nikos.html

El trailer de la versión cinematográfica de Scorsese

El pobre de Asís

https://nirvanalibros.mx/producto/el-pobre-de-asis/

Los hermanos enemigos 

https://laplumalibros.blogspot.com/2017/04/hermanos-enemigos-1aed-kazantzakis-niko.html

Carta al Greco

https://es.babelio.com/livres/Kazantzakis-CARTA-AL-GRECO/13737

Alejandro Magno 

http://paseoliterario.over-blog.com/pages/Alejandro_el_Grande_Resumen_Primera_parte-1635867.html

En el palacio de Cnossos

https://elpais.com/diario/2009/07/04/viajero/1246741699_850215.html

Odisea 

https://www.udllibros.com/libro-odisea-R100030001

Terzinas

https://repositorio.uam.es/bitstream/handle/10486/660222/gonzalez_vaquerizo_helena.pdf?sequence=1&isAllowed=y

Amanece 

https://www.apocatastasis.com/nikos-kazantzakis-pensador-nuestro-tiempo-george-stassinakis.php

Fasgá 

https://www.estudiosgriegos.cl/data/1344433972.pdf

¿Hasta cuándo? 

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=52182

El maestro de obras 

https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-84712009000100009

Comedia, Tragedia en un solo acto

https://aion.mx/resenaslibros/comedia-teatro-nikos-kazantzakis

Odiseo, AKA Ulises 

https://elpais.com/diario/2007/09/30/paisvasco/1191181209_850215.htmlv

Nicéforo Focás 

http://www.geocities.ws/rolandcast/niceforo_nikos.html

Cristo 

https://kaosenlared.net/el-cristo-de-nikos-kazantzakis/

Melisa

https://www.kazantzaki.gr/en/plays/melissa-170

Juliano el Apóstata

http://www.jbrignone.com.ar/kazantzakis.html

Trilogía Prometeo

https://www.elmundo.com/noticia/-Dos-obras-literarias-que-podrian-considerarse-clasicas/377135

Kapodistria

https://greekpress.ca/kapodistrias-review-of-reading-of-kazantzakiss-play/

Sodoma y Gomorra 

https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2895812v

Teseo

http://porestarcontigo.blogspot.com/2015/05/teseo-de-nikos-kazantzakis.html

Constantino Paleólogo 

https://www.goodreads.com/book/show/21936195-constantino-paleologo

La manzana de oro

https://impresa.prensa.com/mas_de_la_prensa/Colon-martir-bribon_0_1034896639.html

Buda 

https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-84712013000100014

La enfermedad del siglo

https://webs.ucm.es/info/amaltea/revista/num1/gvaquerizo.pdf

Friedrich Nietzsche en la filosofía del Derecho y del Estado

https://www.uma.es/nietzsche-seden/artes/Kazantzakis.pdf

¿Ha fracasado la ciencia?

http://www.culturalresuena.es/2016/10/kazantzakis-espiritu-cientifico/

Simposio

https://www.kazantzaki.gr/en/muthistorima/sumposion-151

Ascética 

https://www.elmundo.com/portal/pagina.general.impresion.php?idx=22309

Historia de la literatura rusa

https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-84712018000100377

Cartas de Nikos Kazantzakis a la familia Angelakis

https://www.lapequenagrecia.com/2014/02/boletin-synthesis.html

Cartas a Galatea

http://www.amigos-kazantzaki.org/single-post/2016/1/25/Epistolario-vital-de-un-escritor-Nikos-Kazantzakis-Antolog%C3%ADa-de-cartas-cuadernos-escritos-y-anotaciones-breves

Cuatrocientas cartas de Kazantzakis a Prevelakis 

https://byzantion.uchile.cl/index.php/RBNH/article/view/37864

Monte Athos 

https://www.lanacion.com.ar/cultura/en-la-tierra-del-padre-zorba-nid213912

Viajando: España, Italia, Egipto, Sinaí 

https://www.jstor.org/stable/43806822?seq=1

España y Viva la muerte

http://www.uam.mx/difusion/casadeltiempo/47-48_dic-ene_2018/tiempoenlacasaNo47-48_dic-ene_2018.pdf

Viajando: Japón–China 

https://www.apocatastasis.com/grecia/kazantzakis/china.php

Viajando: Inglaterra 

https://letralia.com/articulos-y-reportajes/2018/10/26/kazantzakis-y-la-guerra-civil-espanola/

Viajando: Rusi

https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-84712009000100010

Viajando: Italia, Egipto, Sinaí, Jerusalén, Chipre, Moreas 

https://www.lapequenagrecia.com/2014/07/boletin-synthesis-no-34.html

 

 

El libro nuestro de cada martes. Luis Buñuel novela de Max Aub

Son nuestras obsesiones las que nos definen, las filias de lo que nos apasiona y nos va haciendo el estilo de esta cosa extraña a la que llamamos yo, que ni es constante ni es de fiar, el yo es un muchos concentrado en un sujeto que se reconoce en él. Dentro de mí, dentro de esa multitud a la que llamo “yo mismo”, conviven diversas fuerzas que se arrebatan el ritmo de mi tiempo y la perspectiva desde la que me ofrezco al mundo y desde donde lo contemplo; una es, por comenzar a citar, Francia, su comida, su música, sus letras y París, sobre todo París; otra es el pueblo judío, su historia, su fortaleza, su fe, sus traumas y sus desatinos, sus sinsabores y su alegría, de nuevo, sus letras, sobre todo sus letras; una más, casi la más compleja, es España, ojalá pudiera hacer una lista así de fácil, pero en esto que soy es mucho más; por un lado sus letras que son las nuestras, mi mundo literario tiene continentes de regiones literarias, pero si tuviera que ponerlas en un planisferio, el enorme continente de la Ñ ocuparía una enormidad rodeada de mar y de otros continentes más pequeños; la Segunda República, mi ejemplo de decencia e inteligencia, de valor y honra, de valores y principios, la demostración de que aun teniendo la razón se puede fracasar, pero que ni el fracaso consumado es eterno y así que pasen décadas, siempre la verdad florece. Mi fe es España, la Almudena y la Covadonga; mi visión del mundo, absolutamente mexicana, pasa por el filtro de lo español. Soy lo que se ve, mexicano por los cuatro constados, con la X enorme en la frente que me delata y me denuncia, que me justifica y me presenta ante todos. Soy sobre todo eso, un mexicano que, siguiendo los consejos de Alfonso Reyes, se puso a beber de todas las fuentes. Tal vez por eso me guste tanto Max Aub.

Max Aub es una especie de comprimido humano de todo lo que me atrae, desde luego, no hay página de él que habiendo pasado por mis ojos no haya sembrado estupor, alegría o fascinación. Siempre me he sentido satisfecho de haber leído casi todo de algunos autores y digo casi porque el todo nunca se encuentra y en algunos el cuentagotas de los inéditos es inagotable; así me pasó con Aub. Descubrí, hace unos meses “Luis Buñuel, novela”. Desde luego lo compré sin demora, aguardó el tiempo mínimo para la lectura y me encuentro fascinado en ella por su estilo, su dominio y por el dulce choque de los dos amigos.

Se llama novela a falta de mejor nombre, tanto porque es entrevista como reportaje, como ficción y no ficción y al final del día, es la lectura del tiempo que unió a dos amigos y que cada uno vivió a su manera; se llama novela porque como el propio Aub recuerda cada hombre desde que nace, va escribiendo una novela.

Quien se acerque a este libro podrá comprender el siglo XX que nos tocó a los hispanohablantes, no sólo a los españoles, sino a todos los que habitamos este incomparable universo de la Ñ. Podrá ver el cine de Buñuel enraizado en lo más profundo de lo muy español, pero también conviviendo con sus obras más francesas y más mexicanas; lo encontrará de lado de las mejores causas, pero sintiéndose ajeno a ellas, como siguiéndolas sólo por voluntad propia y no por impulso de compañía o ideología.

Encontrará en fin, a dos hombres tomando café, unidos por el recuerdo y la amistad, similares y diferentes, pero sobre todo, unidos en la gran compasión a la que llamamos cariño.

La presentación de la novela en Segorbe

https://m.youtube.com/watch?v=-ZG8RKgeK8E

El Book trailer:

https://m.youtube.com/watch?v=x3nnz_UKguQ

Buen viaje maestro Toledo

Buen viaje, maestro Toledo.

Una vez, creo que ya lo he contado aquí mismo, Ernesto Cardenal me dijo que la poesía revolucionaria, para serlo, primero tenía que ser de veras poesía; cuando me enteré de la noticia fue lo primero que me vino a la mente, el arte es revolucionario no por sus consignas sino por ser en realidad arte y por la intención que lo anima. El arte es revolucionario cuando es provocador. El arte es revolucionario cuando es sincero. El arte, cuando lo hacía Francisco Toledo, era revolucionario.

No siempre fue viejo, desde luego; imagino que alguna vez fue un niño inquieto y observador en Juchitán observando los grillos y las montañas; sé que alguna vez también fue un joven talentoso empeñado en sacarle a las superficies, a punta de buril, la imagen que ocultaban y que él ya había visto; pero para mí, pobre de mí que nomás alcanzo a tener visiones parciales del mundo que me toca, Toledo es un viejo maravilloso, de esos que la imaginación de mi sentido nacional me labra, del color de mi tierra, mejor aún hecho de la misma arcilla que, maldita sea, ahora tengo que buscar como pieza de arte porque todo se ha cubierto de plástico; un viejo maravilloso que me regaló unos minutos de plática solo una vez en mi vida pero que con esto tuve para agradecérselo el montón de minutos que todavía me faltarán por vivir, el viejo fantástico con los cabellos revoloteándole mientras eleva un papalote con el rostro de un desaparecido, con la deseperación del que ´protesta pero con la alegría del niño que fue, que dejó de ser pero que volvía cuando estaba creando. El viejo necio que vendía su arte y que se daba el lujo de decirle a las burguesías ridículas y casposas lo que en realidad eran, que por sus pantalones no se ponía un McDonalds en el zócalo de Oaxaca y no es que tuviera algo de malo vender hamburguesas para turistas, pero no en uno de los lugares más hermosos del mundo y no en uno de los espacios más llenos de arte y de intención en el planeta. Y se fue así, viejo fantástico como el cerro de mi pueblo que está en Hidalgo y que me gusta comparar con el Ajusco que se puede ver de mi ventana, fantástico en fin porque él era todos los cerros de mi país, con sus sequías y su reverdecer, con su paz y su ruido, con su fuego y su poesía.

Ahora les llamamos activistas y claro, el nombre es lo de menos, para quienes venimos de los restos de la guerra fría, para quienes los discursos de izquierda no nos sacan ronchas pues qué mejor que oírlos todos, es mejor llamarlo como lo que en realidad era: un revolucionario. Porque, vamos a ver, qué hay más revolucionario que poner un centro cultural donde los creadores encontraban espacios para hacer lo que su creatividad, su ciencia y su arte les dictaba sin que tuvieran que pagar un centavo por ello; qué más revolucionario que donar una biblioteca personal, personalísima, para uso público y general donde el único requisito de uso era la curiosidad y las ganas de abrir los tomos; ningún discurso y ninguna ideología es más revolucionaria que regalar las palabras que ilustran a quien quiere escucharlas. Había revolución en sus imágenes porque seguían siendo las nuestras y no lo eran al mismo tiempo, porque se alejaba del lugar común y del cliché de lo mexicano de estampita septembrina para entrar con ganas, de verdad, a la entraña de lo nuestro, a esas imágenes que nos persiguen desde antes de ser nosotros como patria, a esos colores que nos dicen cosas antes de formar imágenes; revolucionario porque se resistía a dejar de ser lo que somos, a lo que estamos destinados como la dulce fatalidad – la de lo irremediable, lo que es porque así es y no porque sea malo, fatal mas no dramático – de ser mexicanos de cuerpo entero, pero entraba en diálogo con el mundo, recogía lo que nos enriquecía e ironizaba con esa sonrisita que sólo nuestra gente del campo puede esbozar, aquellas cosas del extranjero que sin digerir ni procesar quieren que parezcamos el Nueva York región IV, o el Paris de petatiux. No me queda duda. Toledo y su arte son y serán revolucionarios, de esa revolución humana que nunca, jamás, nos cansamos de apreciar y participar.

Buen viaje Maestro Toledo

El libro nuestro de cada martes: Juanita la Larga, de Juan Valera

Ronda por ahí un libro de Ítalo Calvino, «Por qué leer a los clásicos» se llama; ofrece muchas razones pero tengo para mí que la principal de ellas es porque nos remite a la infancia de nuestra vida lectora. Un clásico es siempre una lectura honesta, franca; a ella nos acercamos por la calidad de su expresión y por la fluidez de su historia. No son siempre fáciles, pero siempre son reconfortantes.

Algo tienen esos libros que superan el siglo siguen hallándoseles en las librerías, algo que les falta a los best sellers de ocasión que acabado el mes programado para su venta no volvemos a saber de ellos; eso qué hay en unos y está ausente en otros es la capacidad de contactar al lector en lo más profundo de su ser. Es por eso que me doy mis vueltas de cuando en cuando por el siglo XIX y aún antes; que me gusta alternar lo moderno con lo antiguo y de verdad, seguro que por el filtro del tiempo, es menos probable salir decepcionado de este siglo que de los anteriores.

Apuré la lectura de Juanita la Larga de don Juan Valera como quien se bebe el jarro de agua helada en el peor momento de calor; me encontré con una narrativa impecable, con una historia franca y con una escritura clara y mullida; un libro pues de andar por casa.

No se puede perdonar la lectura de Valera, ni la Pérez Galdós, por ejemplo; estará acompañado por la parte más inocente de su yo lector, aquel que no busca mensajes, claves o explicaciones, sino aquel otro que aspira a una buena historia de amor y desafío, deshonra y venganza; de tipos buenos y malos, de descripciones que nos hacen viajar con el corazón. Descubra a Juanita la Larga; arquetipo de mujer más cercano y habitual que estos que las modas imponen y no son siempre verosímiles. Que no lo asuste la edad del libro; ya se sabe, hay jóvenes aburridisimos y viejos que brillan por su sabia alegría.

Por encontrarse el libro ya en dominio público una liga del Instituto Cervantes para su libre descarga:

http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/juanita-la-larga–0/html/fee9e724-82b1-11df-acc7-002185ce6064_2.html

Una vieja versión de tele teatro español:

https://m.youtube.com/watch?v=Wo0T6lkRKto

Imagginación

Meditación Divertida con Maggie

Disappearing Thoughts

clicks and clips

Tablaturas de mis pasos

Unas cuantas palabras y fotos para los lugares que me hacen feliz.

NOUS LES FEMMES

Aller au delà de nos limites à travers le monde. J'en suis capable, pourquoi pas toi? Pourquoi pas nous? Ensemble nous sommes invincibles "Je suis femme and i can".

Rosie Blog

A garden of wild thoughts. Feeling thoughts and dilemmas

Un Loco Anda Suelto

Entra en mi mente...déjame entrar en la tuya...

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En el soñador vida y sueño coinciden

La poesía, eso decían

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Cynthia Briones

Poesía, reflexiones, pensamientos.

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