El libro nuestro de cada martes: La soledad era esto de Juan José Millás

Incontenible, irrefrenable, Millás vuelve de nuevo sobre la condición humana, nuestra presencia frente al misterio de la muerte que es también el misterio de la vida, la sucesión de las generaciones y la reconstrucción del individuo frente a la soledad de la urbe y la familia; un cuestionamiento acre sobre las dinámicas del amor y la vida en común que se resuelve en el ejercicio de una individualidad que sólo puede entenderse como diálogo con el otro, con nosotros mismos y con la historia. Un libro imperdible para entender el tiempo caótico que vivimos y recuperar la piel como hogar y como representación.

Algo más sobre el libro: https://webs.ucm.es/info/especulo/numero11/millas.html

Trailer de la versión cinematográfica
Un diálogo con el autor

Las citas de los viernes: El Madrid de la Guerra, las citas de La forja de un Rebelde, de Arturo Barea

Arturo Barea, en La Forja de un Rebelde, retrató un Madrid heroico que no queremos volver a ver a sí, en honor a la Numancia del Siglo XX, a la ciudad que tanto amamos, las citas de este hermoso libro:

Todas las mañanas pasan por el puente del Rey los soldados de la escolta, a caballo, rodeando un coche abierto, donde va el príncipe y a veces la reina. Primero sale del túnel un caballerizo que avisa a los guardias del puente y éstos echan a la gente. Después pasa el coche con la escolta, cuando el puente ya está vacío. Como somos chicos y no podemos ser anarquistas, los guardias nos dejan en el puente cuando pasan. No nos asustan los soldados de la escolta a caballo, porque estamos hartos de ver sus pantalones.

Este general que va con el príncipe debe de ser igual. Es el que le va a enseñar a hacer la guerra cuando sea rey, porque todos los reyes necesitan saber cómo hacer la guerra. El cura le enseña a hablar. Esto no lo entiendo, porque si es mudo, no sé cómo va a hablar; puede que hable por ser príncipe, porque de los mudos que yo conozco ninguno habla más que por señas y no será por falta de

Hasta ahora he creído en Dios, tal como me lo han enseñado todos. Los curas y la familia. Como un señor muy bueno que todo lo mira y todo lo resuelve bien. La virgen y los santos le van recordando y pidiendo cosas para los que rezan a ellos en sus necesidades. Pero ahora ya no puedo evitar el comparar todas las cosas que veo con esta idea de un Dios absolutamente justo, y me asusto de no encontrar su justicia por ninguna parte.

Lo que yo vi del Estado Mayor del ejército español en aquella época, me mueve a hacerle justicia. He visto allí hombres que representaban la ciencia y la cultura militares, estudiosos y desinteresados, luchando constantemente contra la envidia de sus hermanos oficiales en otros cuerpos y contra el antagonismo de los generales, muchos de los cuales eran incapaces de leer un mapa militar y, siendo por tanto dependientes del Estado Mayor, odiaban o despreciaban a sus miembros. Los oficiales del Estado Mayor, en general, eran impotentes: cuando un general tenía «una idea», su único trabajo era tratar de encontrar la forma menos peligrosa de ponerla en práctica, ya que les era imposible rechazarla. Las ideas de los generales eran, casi sin excepción, basadas en lo que ellos se complacían en llamar «por cojones». Hacia el fin de marzo de 1921, los preparativos del Estado Mayor para las operaciones próximas estaban terminados. Volví a la compañía en Hámara. Tenía la orden de cesar el trabajo en la pista y unirme a una de las columnas, dejando en la posición un pelotón a las órdenes del alférez Mayorga y al señor Pepe con sus moros. Por primera vez iba a ir a la guerra.

-Lo que necesitamos aquí es democracia, democracia y tolerancia; sí, señor, democracia a caño libre -dijo el republicano-. Don Manuel -Azaña-tiene razón. Don Manuel me dijo un día: «Estos pueblos españoles, estos burgos podridos, necesitan escuelas, amigo Martínez, escuelas y pan y la eliminación de los parásitos que viven en ellos».

Había aún los hombres que encontrábamos cuando llevaba a Ilsa a la tabernita de Serafín en las tardes de calma: trabajadores quietos, fatalistas, gruñones e inalterables. Había gentes como la muchacha que se asomaba a la portería de piedra e invitaba a las gentes a refugiarse allí, porque su abuelito había hecho lo mismo hasta que una granada le había matado en la puerta del portal, y era su deber seguir en el puesto del caído. Yo quería gritar. Gritarles a ellos y al mundo entero sobre ellos. Si quería seguir luchando contra mis nervios y mi cabeza consciente sin descanso de mí y de los otros, tenía que hacer algo más en esta guerra que simplemente vigilar la censura de las noticias para unos periódicos que cada día eran más indiferentes.

Y esta guerra. Tú dices que es repugnante y sin sentido. Yo no. Es una guerra bárbara y terrible con infinitas víctimas inocentes. Pero tú no has vivido en las trincheras como yo. Esta guerra es una lección. Ha arrancado a España de su parálisis, ha sacado a las gentes de sus casas donde se estaban convirtiendo en momias. En nuestras trincheras, los analfabetos están aprendiendo a leer y hasta a hablar y están aprendiendo lo que significa hermandad entre hombres. Están viendo que existe un mundo y una vida mejores que deben conquistar y están aprendiendo también que no es con el fusil con lo que lo tienen que conquistar, sino con la voluntad. Matan fascistas, pero aprenden la lección de que no se ganan guerras matando, sino convenciendo. Podemos perder esta guerra, pero la habremos ganado. Ellos aprenderán también que pueden someternos, pero no convencernos. Aunque nos derroten, seremos los más fuertes, mucho más fuertes que nunca, porque se nos habrá despertado la voluntad.

Curso-Taller: El arte de viajar a través de la lectura. Abril 8 – Junio 10. Jueves: 22:00 – 23:00 hrs

Acompáñenos en un viaje literario visitando: Buenos Aires, Ciudad de México, La Habana, Nueva York, Madrid, Londres, París, Moscú y Tokio. Cada una en distintas épocas y estilos; con su encanto, historia y alrededores. Una ciudad una sesión.

Abril 8 a junio 10, 2021

Diez sesiones vía Zoom. Todos los jueves de 22:00 a 23:00 (Tiempo de la Ciudad de México)

Cada semana recibe material exclusivo y la grabación de la sesión para no perder ningún momento del diálogo.

Publicación en el Blog Cisterna de Sol del material trabajado.

Guías para conformar una visión de viajero, los grandes libros escritos sobre las ciudades visitadas, sus autores y sus mejores momentos históricos.

Repertorios bibliográficos para crear un ambiente evocador y una experiencia abierta al gusto y el placer de la lectura.

Costo: $1,200.00 mn

Inscripciones: Deja un mensaje en este Blog, en el WhatsApp del blog: 5530488751 o en el correo cesarbc70@yahoo.com

La lista tonta de los jueves: Aeropuertos

A punto de comenzar nuestra travesía en Cisterna de Sol, uno de los lugares entrañables de nuestra cultura donde las lágrimas son más auténticas que en los funerales y los besos más sinceros que en las bodas. Ya se sabe, lo primero que se nota en una lista es lo que falta…

Cerca del fuego. José Agustín. https://www.cronica.com.mx/notas/2013/723424.html

Papel y tinta. María Reig. https://mispalabrasconletras.com/papel-y-tinta/

Los últimos días de nuestros padres. Joel Dicker. https://librosalaire.cl/2015/03/26/los-ultimos-dias-de-nuestros-padres-de-joel-dicker/

Tiempo y aeropuertos. Rogelio Navarro. http://eldespertadorpanamericano.com/rogelio-navarro-en-el-periodismo-se-quedan-los-que-aguantan-2/

Una noche de invierno. Laura Kasischke. https://es.babelio.com/livres/Kasischke-Una-noche-de-invierno/19124

Atlas de islas remotas. Judith Schalansky. https://www.nordicalibros.com/product/atlas-de-islas-remotas/

Vuelo final. Ken Follett. https://www.penguinlibros.com/es/novela-historica/35098-vuelo-final-9788497931427

La novela blanqueada. Iván Tolstoi. https://www.hislibris.com/la-novela-blanqueada-ivan-tolstoi/

Tokio blues. Haruki Murakami. https://www.sweetparanoia.com/tokio-blues-de-haruki-murakami/

Aeropuerto. Arthur Hailey. https://avia-es.com/blog/aeroport-artur-heyli

Aeropuertos. Alberto Fuguet. https://www.lecturalia.com/libro/69646/aeropuertos

Novecento. Alessandro Baricco. https://www.anagrama-ed.es/libro/compactos/novecento/9788433966223/CM_191

¿Olvida usted su equipaje? Jorge Ibargüengoitia. https://www.planetadelibros.com.mx/libro-olvida-usted-su-equipaje/269098

Propiedad privada. Lionel Shriver. https://www.eldiario.es/cultura/libros/escritora-lionel-shriver-propiedad-privada-entrevista-anagrama_1_6463058.html

Diario de Viaje. Fito Páez. https://www.planetadelibros.com.mx/libro-diario-de-viaje/243771

Los rodeos 1977. Rolan Galeas. https://eljardindeloscuriosos.com/libro/815/los-rodeos-1977/

El largo adiós. Raymond Chandler. https://www.elquintolibro.es/2019/09/resena-de-el-largo-adios/

Aeropuerto de Funchal. Ignacio Martínez de Pisón. http://redaragon.elperiodicodearagon.com/cultura/librosydiscos/default.asp?accion=mo&pkid=21001

Por los aires. Stephen King. https://www.penguinlibros.com/es/novela-negra-misterio-y-thriller/34413-por-los-aires-9788466349529

Todo arde. Nuria Barrios. https://www.delectoralector.com/todo-arde-de-nuria-barrios/

El vals del minuto: El arte de viajar a través de la lectura

Viajar es el sueño de muchos de nosotros; hacerlo a través de los libros es una aventura en la que conviven la creatividad, la inteligencia y la liberación. Desde el mero goce de leer hasta los más increíbles poderes terapéuticos. Que ustedes lo disfruten.

El norme y delicioso poder de viajar a través de la literatura

Las citas de los viernes: Alfonso Reyes y la Oración del 9 de febrero

La Oración del 9 de febrero es un libro único en la obra de Alfonso Reyes, una confesión histórica y un bálsamo espiritual a la muerte de su padre; para abrir el fin de semana, esta pequeña muestra de una obra memorable:

Pero ya me canso de rogar, aun a mis mejores amigos —no que se tomen el trabajo de leer mis ciento y pico de libros publicados hasta hoy, que sería mucho pedir—, sino que pasen los ojos por la lista de mis obras, antes de lanzar generalizaciones sobre mi carrera de escritor.

En la última inundación, el río se llevó la mitad de nuestra huerta y las caballerizas del fondo- Después se deshizo la casa y se dispersó la familia. Después vino la revolución. Después, nos lo mataron..

La venganza se resolvía en besos y caricias

Bien es cierto que esos pocos días me compensaban de largas ausencias porque era la suya una de esas naturalezas cuya vecindad lo penetra y lo invade y lo sacia todo. Junto a él no se deseaba más que estar a su lado. Lejos de él, casi bastaba recordar para sentir el calor de su presencia.

Siempre el evocarlo había sido para mí un alivio. A la hora de las mayores desesperaciones, en lo más combatido y arduo de las primeras pasiones, que me han tocado, mi instinto acudía de tiempo en tiempo al recuerdo de mi padre, y aquel recuerdo tenía la virtud de vivificarme y consolarme. Después —desde que mi padre murió—, me he dado cuenta cabal de esta economía inconsciente de mi alma. En vida de mi padre no sé si llegué a percatarme nunca…

Yo nunca vi llorar a mi padre. Privaba en su tiempo el dogma de que los varones no lloran. Su llanto me hubiera aniquilado. Acaso escondiera alguna lágrima. ¡Sufrió tanto! Mi hermana María me dice que ella, siendo muy niña, sí lo vio llorar alguna vez, a la lectura de ciertos pasajes históricos sobre la guerra con los Estados Unidos y la llegada de las tropas del Norte hasta nuestro Palacio Nacional.
Como él sólo dejaba ver aquella alegría torrencial, aquella vitalidad gozosa de héroe que juega con las tormentas; como nunca lo sorprendí postrado; como era del buen pedernal que no suelta astillas sino destellos, me figuro que debo a él cuanto hay en mí de Juan-que-ríe. A mi madre, en cambio, creo que le debo el Juan-que-llora y cierta delectación morosa en la tristeza.

Yo bien hubiera querido — y mi ternura se atrevió a sugerírselo— verlo consagrado a escribir sus memorias cuando regresó de Europa, en vez de verlo intervenir a destiempo en los últimos acontecimientos que lo condujeron a un fin trágico. Pero era difícil que prevaleciera el deseo de un muchacho sin experiencia (para colmo, “picado de la araña” y que vivía siempre en las nubes) sobre las incitaciones de otras personas mayores, que después se han arrepentido al punto de negar su responsabilidad en aquella funesta ocasión, y sobre el peso de tantos deberes y tantos intereses nacionales coligados por la fatalidad. Mi brújula no se equivocaba, y tengo derecho a lamentarlo.

De repente sobrevino la tremenda sacudida nerviosa, tanto mayor cuanto que la muerte de mi padre, fue un accidente, un choque contra un obstáculo físico, una violenta intromisión de la metralla en la vida y no el término previsible y paulatinamente aceptado de un acabamiento biológico. Esto dio a su muerte no sé qué aire de grosería cosmogónica, de afrenta material contra las intenciones de la creación. Mi natural dolor se hizo todavía más horrible por haber sobre- venido aquella muerte en medio de circunstancias singular- mente patéticas y sangrientas, que no sólo interesaban a una familia, sino a todo un pueblo. Su muerte era la culminación del cuadro de horror que ofrecía entonces toda la ciudad.

Por las heridas de su cuerpo, parece que empezó a desangrarse para muchos años, toda la patria…

Lloro por la injusticia con que se anuló a sí propia aquella noble vida; sufro porque presiento al considerar la historia de mi padre, una oscura equivocación en la relojería moral de nuestro mundo; me desespera, ante el hecho consumado que es toda tumba, el pensar que el saldo generoso de una existencia rica y plena no basta a compensar y a llenar el vacío de un solo segundo. Mis lágrimas son para la torre de hombre que se vino abajo; para la preciosa arquitectura —lograda con la acumulación y el labrado de materiales exquisitos, a lo largo de muchos siglos de herencia severa y escrupulosa— que una sola sacudida del azar pudo deshacer; para el vino de siete cónsules que tanto tiempo concentró sus azúcares y sus espíritus, y que una mano aventurera llegó de repente a volcar.

Después me fui rehaciendo como pude, como se rehacen para andar y correr esos pobres perros de la calle a los que un vehículo destroza una pata; como aprenden a trinchar con una sola mano los mancos; como aprenden los monjes a vivir sin el mundo, a comer sin sal los enfermos

Cuando salí de mi casa
con mi bastón y mi hato,
le dije a mi corazón:
—Ya llevas sol para rato!—
Es tesoro —y no se acaba:
no se me acaba —y lo gasto.
Traigo tanto sol adentro
Que ya tanto sol me cansa.—
Yo no conocí en mi infancia
sombra, sino resolana.

Desde -entonces mi noche tiene voces,
huésped mi soledad, gusto mi llanto.
Y si seguí viviendo desde entonces

es porque en mí te llevo, en mí te salvo,
y me hago adelantar como a empellones,
en el afán de poseerte tanto.

Aprendí a preguntarle y a recibir sus respuestas. A consultarle todo. Poco a poco, tímidamente, lo enseñé a aceptar mis objeciones —aquellas que nunca han salido de mis labios pero que algunos de mis amigos han descubierto por el conocimiento que tienen de mí mismo. Entre mi padre y yo, ciertas diferencias nunca formuladas, pero adivinadas por ambos como una temerosa y tierna inquietud, fueron derivando hacia el acuerdo más liso y llano. El proceso duró varios años, y me acompañó por viajes y climas extranjeros. Al fin llegamos los dos a una compenetración suficiente. Yo no me arriesgo a creer que esta compenetración sea ya perfecta porque sé que tanto gozo me mataría, y presiento que de esta comunión absoluta sólo he de alcanzar el sabor a la hora de mi muerte.

Reyesianas, una selección de textos sobre Alfonso Reyes por César Benedicto Callejas para libre descarga

Hoy conmemoramos un año más de la partida de Alfonso Reyes, para honrar al patrono del blog, mi autor favorito y mi maestro a lo largo de la vida, una selección de lo que he escrito y reflexionado sobre él, su tiempo y su obra, para libre descarga, que ustedes lo disfruten:

Una selección de textos para libre descarga

Las citas de los viernes: Guerra de guerrillas de Marxitania Ortega, editorial Jus

Uno de los descubrimientos del año, las letras de Marxitania Ortega, que sin duda en años próximos dará todavía más que decir. Este libro de esperanza y desencuentro, de amor y de desamor, de glorias y remordimientos, nos traen de vuelta el sentimiento latinoamericano que somos tan propensos a extraviar. Aquí algunos de sus mejores momentos:

Guerra de guerrillas de Marxitania Ortega, Editorial Jus


Aún era temprano para regresar a Tolbiac, caminó por las calles más turísticas del barrio latino buscando un bar para matar el tiempo. Encontró un lugar de ambiente alegre. Una banda de jóvenes tocaba covers de rock clásico. Entró decidido. «Menos mal que no es jazz», pensó Antonio mientras se sentaba cerca de la barra. Había hecho grandes esfuerzos por entender el jazz, incluso se obligó a comprar y a escuchar atentamente a los grandes, sobre todo Charlie Parker, instigado más por El perseguidor, de Cortázar que por curiosidad propia, pero las notas se le escamaban al entendimiento. Podía entender y hasta disfrutar a melodía de “Summertime», pero en cuanto empezaban las improvisaciones que parecían gustarle a todo el mundo, Antonio comenzaba a sufrir. El jazz era para él ininteligible, un precipicio de notas que no tenían sentido, como los recuerdos que quedan al día siguiente de una borrachera. La verdad es que Cortázar tampoco era su escritor favorito. A él le gustaba el realismo, la literatura sin juegos, la prosa bien escrita de Ernest Hemingway y en cuanto a la música, lo suyo era la canción la música cantada, hablada, la que se entiende: José Alfredo Jiménez, Julio Jaramillo, la chanson française, Piaf, Aznavour.


Un sueño en blanco y negro que recordaba como si lo hubiese soñado anoche. Cesare Pavese caminaba hacia ella, despacio, vestido de gris. Cuando estuvo cerca le susurró al oído: «la ciudad más hermosa del mundo mide un milímetro por un milímetro y está en tu cabeza». Luego, le daba la espalda y recorría la misma calle por la que había venido hasta que se hacía chiquito en el horizonte. Sara sabía que había ido a matarse. Al despertar se sintió iluminada, el sueño había sido tan vívido que creyó que el fantasma del escritor había venido a consolarla y a evitar que se frustrara en una espera de casi diez años.


Cuando estuvo otra vez en el RER respiró aliviada. Se bajó en Saint-Michel. Pensó que conseguir habitación no sería fácil y que debería invertir en vivienda cien euros más de su ya de por sí insuficiente beca, aunque se restringiera en el resto de sus gastos. Caminó por el Quai Blanqui y cruzó el Pont Neuf hacia la Île de la Cité. Pensó en Michèle/Juliette Binoche y en su parche en el ojo y en la decadencia y en la desesperación. Vibró un poco para sacudirse la posibilidad de que cualquier pizca de fracaso se adhiriera a su piel y se dirigió a Notre Dame. Estaba llena de turistas. Le disgustó ser una más entre la masa de gente de todo el mundo que tomaba fotos de los pórticos y de los retablos, ella que conocía de memoria cada uno de los arquitectos que habían trabajado en las remodelaciones del proyecto.original, desde el lejanísimo año de 1160. Había pasado tardes enteras en


Un sueño en blanco y negro que recordaba como si lo hubiese soñado anoche. Cesare Pavese caminaba hacia ella, despacio, vestido de gris. Cuando estuvo cerca le susurró al oído: «la ciudad más hermosa del mundo mide un milímetro por un milímetro y está en tu cabeza». Luego, le daba la espalda y recorría la misma calle por la que había venido hasta que se hacía chiquito en el horizonte. Sara sabía que había ido a matarse. Al despertar se sintió iluminada, el sueño había sido tan vívido que creyó que el fantasma del escritor había venido a consolarla y a evitar que se frustrara en una espera de casi diez años.


Cuando estuvo otra vez en el RER respiró aliviada. Se bajó en Saint-Michel. Pensó que conseguir habitación no sería fácil y que debería invertir en vivienda cien euros más de su ya de por sí insuficiente beca, aunque se restringiera en el resto de sus gastos. Caminó por el Quai Blanqui y cruzó el Pont Neuf hacia la Île de la Cité. Pensó en Michèle/Juliette Binoche y en su parche en el ojo y en la decadencia y en la desesperación. Vibró un poco para sacudirse la posibilidad de que cualquier pizca de fracaso se adhiriera a su piel y se dirigió a Notre Dame. Estaba llena de turistas. Le disgustó ser una más entre la masa de gente de todo el mundo que tomaba fotos de los pórticos y de los retablos, ella que conocía de memoria cada uno de los arquitectos que habían trabajado en las remodelaciones del proyecto.original, desde el lejanísimo año de 1160. Había pasado tardes enteras en


El metro francés es viejo y lento. Los trenes cumplen con puntualidad su itinerario pero los trayectos son infinitos para el hombre que huye. Antonio recordó con angustioso detalle cuando fue a recoger a Lorena al penal femenil de Acapulco. Quería sorprenderla llevándole a sus hijas, pero las niñas no quisieron ir. La madre de Lorena, que nunca entendió bien las razones de la lucha de su hija y no sabía si en verdad era víctima de una injusticia, como decían sus compañeros, o si realmente merecía la cárcel, se había hecho cargo de sus nietas y había sembrado en ellas sus dudas. Las niñas anudaron el corazón para no extrañar a su madre durante el tiempo que estuvo presa y les iba a costar mucho trabajo desatarlo.


«Un compañero preso, el más joven, casi un niño», pensaba Antonio antes de que pudiera ver frente a él la cara hinchada de su amante. Cuando pudo verla, lloró. No era la primera vez que golpeaba a una mujer ni la primera que, en cada golpe, salían amalgamados un odio profundo y una satisfacción que después, cuando pasaba la furia, le parecía abominable.


En los jardines de Luxemburgo, sintió nostalgia de su soledad habanera, de cuando buscaba parques y rincones solitarios para reproducir, durante horas, en un cuaderno de papel revolución con un lápiz duro del no. 2, las texturas de los inmensos árboles tropicales y los volúmenes de las estatuas de los próceres de la Revolución. Aunque su lugar favorito, en realidad, era el panteón Colón; ahí se refugiaba entre las lápidas de la presencia humana, hasta que ya entrada la tarde, las sombras le empezaban a dar miedo. Luego revisaba sus trazos y cada una de las tareas que le habían dejado en la Escuela Elemental de Artes Plásticas. Lo más importante, había dicho el maestro, era soltar la mano.


Le bastaban unos minutos de atenta observación y una breve charla para encasillar a su interlocutor en alguno de los parámetros de luchador social que había construido durante los últimos años, Révolutionnaire, escribió un día con su pluma fuente en la primera hoja de una libreta de dibujo, y luego la fue llenando con diferentes versiones de una tabla que cada vez adquiría mayor complejidad. Así, Beatrice conservaba cierta tranquilidad sobre los fondos que arriesgaba con ellos, deduciendo a través de sus esquemas el futuro comportamiento de los guerrilleros, revolucionarios, militantes o jóvenes idealistas latinoamericanos que llegaban a ella. No es que pensara que sus modelos y sistematizaciones estaban libres de prejuicios y fantasías, pero así era su mente, tendía a la esquematización.


El mesero llegó atento y dispuesto a tomar la orden. Antonio pidió la clásica sopa de cebolla, un terrine de ternera y una copa de Bordeux. Brindó consigo mismo a la memoria del poeta y mientras comía la sopa humeante y batallaba con la cuchara para tomar la porción adecuada de queso gruyere gratinado, sintió lástima por los poetas alcohólicos que mueren en la miseria, y por los revolucionarios alcohólicos que quieren morir y no pueden.


Por un momento Antonio deseó que sus hijas pudieran disfrutar una de las más poderosas fantasías creadas por el perverso matrimonio del cristianismo y el capitalismo. A pesar de que Sara y Gabriela no eran las únicas en su entorno que no recibían regalos en Navidad, en parte porque la pobreza de algunos miembros de su familia impedían tales lujos, sí eran quizás las únicas que sabían que la existencia de Santa Claus, los Reyes Magos y demás seres regaladores, eran una invención beneficiosa sólo para los dueños del capitalismo. Antonio tampoco creyó nunca en semejantes artificios. Ni él ni ningún niño que él conociera. De no ser por los comerciales radiofónicos que ponían algún villancico con mensajes grabados de cantantes famosos y por las vacaciones escolares, la población rural mexicana no hubiera tenido conocimiento de las fantasías navideñas. Ni la nieve, ni los arbolitos, ni los muñecos de plástico, ni los regalos, ni el pavo, ni siquiera del pollo. Era una fiesta religiosa, la abuela de Antonio iba a la iglesia y eso era todo. Eso y


-Vete a casa, una niña como tú no debe andar viendo estas cosas Sara se indignó. Una niña mexicana como ella no debía ver a los viejos gordos aprovecharse de la pobreza, la ignorancia y la maldad de las madres de las niñas cubanas. įPor qué les daba pena la mirada de Sara y no les causaba ningún pudor besar a las jineteritas? ¿Qué ven los hombres en las mujeres que saben putas, ¿tienen cara de putas?, ¿cuerpo de putas?, ¿o sólo es la disposición de putas? Sara se indignó pero se salió de la alberca para irse. Fuera de la piscina miró el reflejo de su cuerpo en las puertas de cristal del hotel. Su cuerpo flaco, sin chichis, desculado, nada tenía que ver con las adolescentes cubanas, exuberantes.


-Además -decía tratando de convencer a Emilio- es diciembre. Los jardines estarán helados y grises. No habrá mucho que ver. Sara se sorprendió en Versailles. La belleza del lugar prevalecía en el invierno. Por única vez una idea reveladora apareció en su mente y sus firmes convicciones republicanas sucumbieron ante la belleza del Château. Hay que creerse divinidad para hacer algo de tal belleza. Las danzas de Lully ambientaban eficazmente los salones del palacio y Sara lloró en una ventana. “De tanto representar a Dioses he terminado creyendo que soy uno» recordó que dijo Farinelli, el castrato, en esa película de principios de los noventa. Los hombres, ante la repetición de los días, ante la vileza de la vida cotidiana, necesitan postular un principio poderoso que sea capaz de crear obras cuya magnificencia y belleza evoquen constantemente lo divino. De eso se tratan las monarquias,


Siempre quisiste vivir en París. Yo también. Ahora los dos vivimos aquí. Es pintoresco, dices. Y romántico. Vivimos en un ático, como Hemingway, te digo. Hemingway vivió en un ático? En un lugar miserable, te cuento. Como éste, respondes. Te miro con reproche. Este lugar es pequeño, pero no miserable. Tú también conoces la miseria, ésa, la que sólo se da en el tercer mundo, la miseria tropical.


Caminamos por París. Tu mano que sostengo es áspera y fuerte, es la mano de una enfermera que se va a la guerrilla. Me dices que mis manos son suaves, que parecen las manos de un intelectual. Te cuento que mi abuela me decía de niño que mis manos eran de alguien que se dedica a pensar. En la práctica, querida Mado, la palabra se empuña al mismo tiempo que el fusil, por eso ahora sólo quiero silencio. Calla. Callemos todos. Que callen todos los que caminan en París, como nosotros. Que no regañen las madres a los niños, que no griten, que nadie grite. Callemos. Para ver el futuro, Mado, o el pasado, o ambos.


Me cuentas la historia de los amantes que caminan hacia nosotros en el puente. Ella es una mujer negra, tiene una bella cabeza de micrófono. Él es francés, de Strasbourg, adivinas. Él la ama. Mira cómo le toma fotos. Seguramente son las mejores fotos que le tomarán en la vida, dices. Ella cruza un poco las piernas, levanta el mentón. Él dispara varias veces el obturador. Me cuentas entonces tu teoría de que la belleza del fotografiado sólo depende del amor del fotógrafo. Los fotogénicos son en realidad personas simpáticas que suelen agradar a los fotógrafos. Lamento no tener cámara , no puedo tomarte ni una foto. Me preocupo por la memoria. ¿Cómo te recordaré?


En la tortura, hablen, suéltenlo todo. Esa es la política de algunas organizaciones. Los etarras dicen eso, porque saben que la mayoría va a hablar. Nosotros, tercermundistas al fın, programamos mártires. No hablen, no delaten, no suelten, mueran. Mártires imposibles porque la mayoría habla, delata suelta. Y entre más pasan los días y las horas más amplio se y hace el espacio entre los minutos y los segundos y más duran los golpes y el tiempo de tortura y sólo puedes pedirle a tu cuerpo que aguante un poco más, sólo un poco más.


«No quiero una medalla, quiero que me devuelva a mi hijo.” Dicen que fue lo que dijo. El gobernador se comprometió ante el auditorio lleno de maestros. «Si tu hijo es inocente, saldrá libre», dijo públicamente. «Si no es inocente, que se vaya del país, porque si lo agarran otra vez, lo matan», le dijo a mi madre al oído. Mi madre me dio la vida dos veces.

El libro nuestro de cada martes: Guerra de guerrillas de Marxitania Ortega.

Este libro habla sobre esperanza y desesperanza, sobre amor y muerte; sobre sueños abandonados y otros derruidos, pero también sobre la persistencia de la vida y la conciencia latinoamericana; el encuentro con quienes integraron las guerrillas revolucionarias del continente en los años ’60 y ’70, sus hijos, sus amores, sus pesadillas. Se trata también de una novela bien contada, narrada con celo y con cariño, algo que siempre se agradece. Por último, es una mirada a las contradicciones de nuestra sociedad y la forma en que las hemos aplazado en lugar de solucionarlas. Algo más sobre el libro: https://www.animalpolitico.com/lo-que-quiso-decir/guerra-de-guerrillas/

Tiaré Scanda lee un fragmento de la novela. Hermoso.

La lista tonta de los jueves: ¡Madrid!

Josephine Baker cantaba que tenía dos amores, su país y París; yo también tengo los míos y no lo canto por no desafinar pero lo afirmo siempre que puedo, mi país y Madrid. En homenaje a la ciudad que ha visto mis alegrías íntimas, me ha cobijado y dado alguna patada pequeña haciéndome sentir un tanto madrileño, la de Alfonso Reyes voluntario en Madrid, yo que también comparto su sentimiento; Madrid, mi Madrid, esta colección de libros sobre ella, la guapa, la somnolienta, la alegre y la heroica; Madrid de las letras, de Goya y de guerra, la Numancia moderna, la que no se acaba… a mi amor en España.

Lo primero que se nota en una lista es aquello que hace falta…

Escenas matritenses. Ramón de Mesonero Romanos

http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/escenas-y-tipos-matritenses–0/html/

Cartones de Madrid. Alfonso Reyes.

https://librotea.elpais.com/libros/cartones-de-madrid-nkl71gyk8g/

Calendario. Alfonso Reyes.

https://catedrareyes.org/tag/calendario/

La dama duende. Pedro Calderón de la Barca 

http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/la-dama-duende–0/html/

El Buscón. Francisco de Quevedo

http://www.rinconcastellano.com/biblio/barroco/quevedo_buscon_i.html

La Villana de Vallecas.Tirso de Molina

https://grisoalex.wordpress.com/2013/02/05/la-villana-de-vallecas-de-tirso-de-molina/

Los misterios de Madrid. Antonio Muñoz Molina.

https://www.lehman.cuny.edu/ciberletras/v20/navarrodaniels.html

Fortunata y Jacinta. Benito Pérez Galdós

http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/fortunata-y-jacinta-dos-historias-de-casadas–0/html/

Cánovas. Benito Pérez Galdós 

https://elpais.com/cultura/2019/10/31/babelia/1572544307_894133.html

La maja desnuda. Vicente Blasco Ibáñez 

https://mirevista.com/la-maja-desnuda-de-vicente-blasco-ibanez/

El árbol de la ciencia. Pío Baroja

https://www.actualidadliteratura.com/el-arbol-de-la-ciencia-baroja-analisis/

La lucha por la vida. Pío Baroja

https://leeryescribirblog.wordpress.com/2019/07/18/pio-baroja-mala-hierba-2-a-parte-de-la-lucha-por-la-vida-analisis-y-propuesta-didactica/

Luces de bohemia. Ramón María del Valle-Inclán 

http://www.rinconcastellano.com/sigloxx/valle_luces.html

Madrid 1940. Francisco Umbral

https://elpais.com/diario/1984/03/20/opinion/448585213_850215.html

Madrid. Tribu urbana. Francisco Umbral

https://narrativabreve.com/2014/01/francisco-umbral-tribu-urbana-madrid.html

Trilogía de Madrid. Francisco Umbral

http://pacumbral.blogspot.com/2016/02/libro-trilogia-de-madrid.html

La Calle de Valverde. Max Aub

https://elpais.com/diario/2003/10/24/cultura/1066946409_850215.html

La colmena. Camilo José Cela

https://airenuestro.com/2016/11/23/club-de-lectura-la-colmena-de-camilo-jose-cela/

Manolito Gafotas. Elvira Lindo

https://www.planetadelibros.com/libro-manolito-gafotas/69663

Mensaka. José Ángel Mañas

http://joseangelmanas.com/novelas/mensaka

Historias del Kronen. José Ángel Mañas. 

Historias del Kronen

El tiempo entre costuras. María Dueñas

http://www.mariaduenas.es/el-tiempo-entre-costuras/trama.php

Algún día cuando pueda llevarte a Varsovia. Lorenzo Silva

https://ellectorespectador.wordpress.com/2016/04/16/resena-del-libro-algun-dia-cuando-pueda-llevarte-a-varsovia-de-lorenzo-silva-editorial-anaya-por-isabel-calderon-sanchez-1o-c/

El cielo de Madrid. Julio Llamazares

https://elpais.com/diario/2005/02/18/cultura/1108681206_850215.html

Un día de cólera. Arturo Pérez Reverte

http://www.perezreverte.com/libro/37/un-dia-de-colera/

El maestro de esgrima. Arturo Pérez-Reverte

http://www.perezreverte.com/libro/56/el-maestro-de-esgrima/

Beltenebros. Antonio Muñoz Molina

https://www.planetadelibros.com/libro-beltenebros/242936

Quemad Madrid o llevadme a la López Ibor. Raquel Peláez 

https://www.librosdelko.com/products/quemad-madrid-o-llevadme-a-la-lopez-ibor

Electrónica para Clara. Guillermo Aguirre 

https://aguirreconu.wordpress.com/about/electronica-para-clara/

Creaciones Madrid. Volumen 1. Grace Morales

https://fatbottombooks.com/es/books/fiction/creaciones-madrid-vol1

El gran momento. Mary Tribune.

https://librotea.elpais.com/libros/el-gran-momento-de-mary-tribune-01/

Beatriz y los cuerpos celestes. Lucía Etxebarría.

https://www.revistadelibros.com/articulos/beatriz-y-los-cuerpos-celestes-de-lucia-etxebarria

Mercado de Barceló. Almudena Grandes.

https://escritoras.com/obras/Mercado-de-Barcelo

Atlas de geografía humana. Almudena Grandes

https://librotea.elpais.com/libros/atlas-de-geografia-humana-andanzas/

El corazón helado. Almudena Grandes 

http://elblogdelafabula.blogspot.com/2017/12/el-corazon-helado-almudena-grandes.html

Saliendo de la estación de Atocha. Mondadori

https://elcultural.com/Saliendo-de-la-estacion-de-Atocha

Escrito en el Cielo. VVAA. 

https://elcultural.com/Escrito-en-el-cielo-Madrid-imaginada-en-la-literatura-1977-2017

Madrid Negro. VVAA: Siruela Policíaca.

https://www.siruela.com/catalogo.php?id_libro=3062

Libros de Madrid. Juan Ramón Jiménez

https://www.visor-libros.com/tienda/libros-de-madrid-i.html

Elucidario de Madrid. Ramón Gómez de la Serna

https://www.escritores.org/recursos-para-escritores/recursos-1/colaboraciones/19863-ramon-gomez-de-la-serna-elucidario-de-madrid

El jarama. Rafael Sánchez Ferlosio

https://www.elespanol.com/cultura/libros/20190401/no-sabes-jarama-novela-odiada-ferlosio/387711562_0.html

Tiempo de silencio. Luis Martín-Santos

https://www.todoliteratura.es/noticia/47635/recomendados/tiempo-de-silencio:-la-mitica-novela-de-luis-martin-santos-sigue-muy-vigente-57-anos-despues.html

Los pasos contados. Corpus Barga

https://cualia.es/corpus-barga-y-los-pasos-contados/

Desde el amanecer. Rosa Chacel

http://www.elboomeran.com/obra/3862/desde-el-amanecer/

Visión del ahogado. Juan José Millas

https://www.laie.es/es/libro/vision-del-ahogado/9788420420028/836490

Largo noviembre de Madrid. Juan Eduardo Zúñiga

https://lecturafilia.com/2017/12/12/largo-noviembre-de-madrid/

Nubosidad variable. Carmen Martín Gaite

https://www.zendalibros.com/una-de-las-mejores-novelas-espanolas/

Los enamoramientos. Javier Marías

https://www.letraslibres.com/mexico-espana/los-enamoramientos-javier-marias

La imagen secreta. Montero Glez

http://www.pepitas.net/libro/la-imagen-secreta

Lo que cuentan los niños. Elena Fortún

https://www.editorialrenacimiento.com/biblioteca-elena-fortun/2218-lo-que-cuentan-los-ninos.html

Yas. Eduardo de los Santos

https://www.delectoralector.com/yas-de-eduardo-de-los-santos/

Los Modlin. Paco Gómez

http://nophoto.org/los-modlin

Europa. David Llorente

https://negraymortal.com/europa-david-llorente/

Esa maldita pared. Flako

https://www.librosdelko.com/products/esa-maldita-pared

La ciudad infinita. Sergio C. Fanjul

https://www.20minutos.es/noticia/3719186/0/sergio-c-fanjul-la-ciudad-infinita/

Microgeografías de Madrid. Belén Bermejo

https://www.traveler.es/experiencias/articulos/microgeografias-madrid-libro-fotos-lugares-secretos/15416

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Unas cuantas palabras y fotos para los lugares que me hacen feliz.

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En el soñador vida y sueño coinciden

La poesía, eso decían

Como plasmar la idea natural.

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