Acompáñenos a visitar la vida y obra de 10 escritoras que hicieron el siglo XX. Disruptivas, libres y a veces atormentadas. Un homenaje a la fuerza de espíritu de las mujeres:
Diez sesiones vía zoom
Grabación de las sesiones
Material audiovisual para cada sesión
Sesiones los jueves a las 22:00 cdmx.
Publicación del ensayo dirigido al final del curso.
Del 2 de septiembre al 4 de noviembre.
Más información e inscripciones en el whatsapp: 5535154057 y cesarbc70@yahoo.com
Ursula K. Le Guin es más conocida como autora de fantasía, sin embargo, esta novela la presenta como una enorme autora de ciencia ficción de utopías y distopias, una lectura que no puede perderse, un libro editado por una de las mejores casas especializadas en el tema.
Volvamos a la novelística norteamericana clásica del Siglo XX; un libro emocionante, bien tramado y bien escrito, con hechos reales que se vuelven, mediante la reflexión y el contraste, una fuente inagotable de espacios por apropiar. La condición humana aparece desnuda frente al lector y lo que parecía real resulta aparente. De la mejor progenie del non fiction y de la critica social de mediados del siglo XX, una novela para no perderse.
Para continuar el viaje, crucemos las fronteras de la imaginación y vamos juntos al maravilloso mundo de Oz, a nuestra infancia y al ensueño, que ustedes lo disfruten.
Para continuar nuestro viaje en Cisterna de Sol, qué mejor guía para entrar por la voz poética a la gran manzana; acompañemos en esta estación del itinerario a Federico García Lorca, para libre descarga:
Una mirada a la memoria atormentada de una mujer que legó su vida y su palabra, que ustedes lo disfruten:
Sus compañeras de colegio estaban tan pendientes de la moda que todas tenían fundas para sus bolsos del mismo material que sus vestidos, de manera que al cambiarse de ropa tenían siempre un bolso que hacía juego. Los detalles de este tipo me impresionaban mucho. Sugerían toda una vida de maravillosa y elaborada decadencia que me atraía como un imán.
Estaba tan oscuro en el bar que me resultaba casi imposible distinguir otra cosa que no fuera a Doreen. Con su pelo blanco y su vestido blanco, era tan blanca que parecía de plata. Creo que hasta reflejaba los tubos de neón que había sobre la barra, y yo sentí que me fundía en las sombras como el negativo de una persona a quien nunca en mi vida hubiese visto.
El silencio me deprimía. No era realmente el silencio. Era mi propio silencio.
Abrí la puerta y parpadeé ante el brillante pasillo. Tuve la impresión de que no era de noche ni era de día, sino una especie de fantástico tercer período que se hubiera deslizado de improviso entre los dos y que no terminaría nunca.
Sonaba verdadero y lo reconocí, tal como se reconoce a una persona extraña que ha pasado años merodeando por nuestra casa, y de pronto entra en ella y se presenta diciendo ser nuestro propio padre y es exactamente igual que uno, de modo que nos convencemos de que es nuestro padre y de que la persona a la que toda la vida hemos considerado nuestro padre es un impostor.
Su madre decía: «Lo que un hombre quiere es una compañera y lo que una mujer desea es seguridad infinita», y «El hombre es una flecha lanzada hacia el futuro, y la mujer es el lugar donde ésta es lanzada».
Esto significaba que no podría obtener un buen empleo al graduarme. Mi madre no dejaba de decirme que nadie quería a una simple licenciada en Lengua Inglesa. Pero una licenciada en Inglés que supiera taquigrafía era algo distinto. Todo el mundo la quería. Era muy solicitada por los jóvenes que hacen carrera y transcribía una emocionante carta tras otra.
Me sentí como un caballo de carreras en un mundo sin pistas o como un campeón universitario de fútbol, súbitamente enfrentado con Wall Street y un traje de ejecutivo, sus días de gloria reducidos a una pequeña copa de oro sobre la repisa de su chimenea, con una fecha grabada en ella como la fecha de una lápida.
Finalmente decidí que si era tan dificil encontrar un hombre viril, inteligente y que todavía fuera puro tras veintiún años, yo podia olvidar lo de conservarme pura y casarme con alguien que tampoco lo fuera Entonces, cuando él empezara hacerme la vida imposible, yo también podría hacérsela a él.
Un pequeño punto en mi cuerpo volaba hacia él. Sentía mis pulmones llenarse con el paisaje que afluía hacia ellos. -Aire, montañas, gente, árboles-, «Esto es ser feliz», pensé.
Empecé a comprender por qué los aborrecedores de mujeres podían burlarse de tal manera de ellas. Los aborrecedores de mujeres eran como dioses: invulnerables y colmados de poder. Descendían y luego desaparecían. Nunca se podía atrapar uno.
Elaine estaba sentada en la galería con un viejo camisón amarillo de su madre, esperando que algo sucediera. Era una sofocante mañana de julio y gotas de sudor se arrastraban por su espalda, una por una, como lentos insectos.
La habitación azuleó hasta resultar visible y me pregunté qué se había hecho de la noche. Mi madre se convirtió de un tronco brumoso en una mujer de mediana edad que dormía profundamente, la boca ligeramente abierta y un ronquido deslizándose por su garganta. El ruido cochinil me irritaba y durante un rato creí que la única manera de acallarlo sería coger la columna de piel y tendón de donde salía y retorcerla hasta reducirla al silencio.
Una vez, en una calurosa noche de verano, había pasado una hora besando a un estudiante de derecho de Yale, peludo como un mono, porque sentía lástima por él. Era tan feo… Cuando terminé, dijo: «Te tengo calada, nena. Serás una mojigata a los cuarenta.»
Pero cuando llegó el momento de hacerlo, la piel de mi muñeca parecía tan blanca e indefensa que no pude. Era como si lo que yo quería matar no estuviera en esa piel ni en el ligero pulso azul que saltaba bajo mi pulgar, sino en alguna parte, más profunda, más secreta y mucho más dificil de alcanzar.
Las gaviotas, en la punta del brazo de arena, maullaban como gatos. Luego alzaron el vuelo, una por una, con sus chaquetas color ceniza, formando un círculo sobre mi cabeza y gritando.
Lo que odio es la idea de estar a merced de un hombre -le había yo dicho a la doctora Nolan-. Un hombre no tiene una sola preocupación en el mundo, mientras yo tengo un bebé pendiendo sobre mi cabeza, como un gran garrote para mantenerme en la línea recta.
Gracias a la generosidad de Universo de Libros y de Editorial Porrúa. Verónica Ortiz y César Benedicto Callejas presentarán el libro: «La niña que esperó bajo la lluvia al rey de Inglaterra»
Acompáñenos a hablar de cinco mujeres que tomaron las riendas de su vida, que transformaron el mundo a su derredor y cuyas vidas ignoramos o conocemos poco.
No lo olvide, al hacer su pedido deje un mensaje en este blog, cuando las circunstancias lo permitan recibirá una invitación para una reunión donde charlaremos del libro y, si me lo permites, te firmaré con todo gusto tus ejemplares.
Ayer conmemoramos el día internacional de la mujer, reflexionamos un minuto sobre ello; asombra y aterra ver, como siempre, las descalificaciones, las banalidades, las quejas de hombres clamando igualdad, de políticos tratando de robarse la escena, de mujeres con discursos patriarcales; pero hemos avanzado, tal vez tengamos que esperar una generación más todavía; desde la observación solidaria, desde el abrazo y el puño levantado por ellas, este libro que marcará su conciencia como sucedió conmigo, como sucede con todo el que lo lee. La triple exclusión de Maya Angelou, ser mujer, ser negra y ser artista en un mundo al que tuvo que obligar a que la aceptara.
Aquí está el resultado, horas de amable plática, minutos de encuentro y jornadas de trabajo, permiten a nuestros jóvenes autores ofrecer el fruto de su esfuerzo, que ustedes lo disfruten…
Aller au delà de nos limites à travers le monde. J'en suis capable, pourquoi pas toi? Pourquoi pas nous? Ensemble nous sommes invincibles "Je suis femme and i can".