La condición humana desfila por este libro, una novela que reune los mejores elementos de la narrativa de Amos Oz. La traición y el amor, la guerra y la paz, la esperanza postergada y el renacimiento del hombre por el corazón y la entrega. Sin duda la exposición de Jesús a través de los ojos del judaísmo es también un elemento interesante pero que se desliza desde la piel de los protagonistas para cuestionar su tiempo y su espacio. Un libro que no debemos perdernos.
Visitemos la Ciudad de Oro, la Novia del Shabbath, Cofre del Santo Sepulcro, capital de las religiones monoteístas y oasis dentro del desierto de la historia; caminemos sus plazas y sus callejones, miremos la ciudad de la Paz tantas veces ensangrentada, una lista para disfrutar
Una antiquísima historia bíblica contada ahora desde los ojos de una mujer; una escritura de madurez que renueva las letras de un escritor de primera línea, una reinterpretación de mitos ancestrales a través de la reflexión y el humor; en fin, una visión de un momento y un lugar del que creíamos que no había ya nada que decir.
Para comenzar el fin de semana, una selección de los mejores momentos de esta magnífica novela que nos cuestiona sobre el destino de los niños que una vez fuimos. Que ustedes lo disfruten.
Gran cabaret, de David Grossman, Editorial Lumen.
Soy el primer hombre de la historia con depresión posparto. Cinco veces he caído en la depresión posparto. En realidad han sido cuatro, porque unos fueron gemelos. Aunque sí, pensándolo mejor, sí han sido cinco veces, si contamos la depresión posparto que tuve al nacer yo.
Has venido, dicen sus ojos, mira lo que el tiempo nos ha hecho, aquí estoy, no tengas piedad de mí.
¿Por qué se habrá empeñado en hacerme venir? ;Para qué habrá necesitado invitar a un adversario, me pregunto yo, si él ya se basta a sí mismo?
Y de repente, unas risitas ahogadas: parece un niño en el sillón de un gigante. Me doy cuenta de que algunos se cuidan mucho de reírse abiertamente y que además le rehúyen la mirada, como si temieran meterse en un lío entrometiéndose en alguna cuenta pendiente que el hombre pueda tener consigo mismo. Quizá sean conscientes, como yo, de que les habría gustado. Poco a poco sus botas se alzan, mostrándonos los tacones, altos, algo femeninos. Las risitas aumentan, encadenadas, hasta que de algún modo ya se han metido en esa cuenta pendiente del hombre más de lo que una risotada general inunda la sala.
Procuré tranquilizarme. Hace tres años, que por repetidos ataques de ira como este, perdí mi puesto de trabajo, así que, todavía al teléfono pensé: qué habré perdido en esta ocasión?
Lo oía respirar. Sentí a Tamara encogerse dentro de mí. Estás lleno de odio, me dijo. De lo que estoy lleno es de añoranza, pensé, ¿no te das cuenta? Estoy envenenado de añoranza.
Gracias a sus preguntas empecé a ser consciente de poseer un raro tesoro: experiencia en la vida; que mi existencia, que hasta entonces había vivido como un fastidio de vertiginosos viajes, constantes traslados de casa y de cambios de colegio, de idiomas y de rostros, había sido, en realidad, una enorme aventura.
Y siempre, cuando nos despedíamos, revoloteaban entre nosotros unas posibilidades que ninguno de los dos se atrevía a formular en voz alta, como si todavía no confiáramos en que nuestra frágil amistad pudiera resistir la realidad, de manera que dejábamos en el aire preguntas como: ¿y si quedamos porque sí, sin que tenga que ser al salir de la clase de matemáticas?; ¿ si vamos al cine? ;Vamos a tu casa?
En honor a la verdad se ha tratado de un casi imperceptible movimiento de cabeza, aunque también se me ha escapado un pequeño guiño, el guiño que siempre nos hacíamos ella y yo, incluso cuando reñíamos, dos chispas volando de un ojo al otro, la chispa -yo que ella llevaba dentro y la chispa- ella que llevo yo.
Nada, que no. Habéis visto alguna vez reírse a un izquierdista? Os apuesto lo que queráis a que no, que no se ríe ni cuando está solo, y eso que normalmente está solo, pero por lo que sea nada les hace gracia. No los entiendo…
Con mi padre no podía jugar, y en nuestra casa, por si todavía no lo habéis captado, éramos monoteístas: solo existía él; solo contaba su voluntad, y si te atrevías a chistar, se quitaba la correa y ¡zas! Azota el aire con con la mano, los tendones del cuello se le tensan y el rostro se la deforma en una mueca que refleja pavor y odio. Solo los labios sonríen, o intentan esbozar una sonrisa. Por un momento veo a un niño pequeño, el niño pequeño que conocí o, mejor dicho, que no conocí. A medida que pasa el rato me doy cuenta de que no lo conocí en absoluto menudo actor, Dios mío, qué bien sabía actuar ya entonces y qué terrible esfuerzo tuvo que hacer para aparentar aquella amistad conmigo!- un niño atrapado entre espada y la pared con un padre que lo azotaba con la conca del cinturón.
Cada vez entienden menos cuál es su papel en esta actuación en la que participan a supesar. No me cabe la menor duda de que hace ya rato que se habrían levantado para marcharse, o que lo habrían echado a él del escenario a abucheos, si no fuera por la tentación a la que tantísimo nos cuesta resistirnos, la tentación de asomarnos al infierno de los demás.
Nosotros solo nos teníamos a los tres, padre-madre-hijo, y cuando estábamos allí junto al camión, la verdad es que me entró muchísimo miedo, no sé, era como si algo no me cuadrara, como una premonición, no lo sé bien, pero tuve muchísimo miedo de dejarlos allí solos, el uno con el otro…
Hubo en todo aquello, sin embargo, cierto engaño por mi parte, una especie de trampa de la que jamás he llegado a entender sus recovecos. La artimaña del empleo de una ganzúa. Noté que revivía de nuevo al Dóvaleh de antes para servirme de él en aquel momento con Liora y dejarlo fluir por mi garganta, aunque con sangre fría más espantosa, porque sabía perfectamente que después de aquello volvería a borrarlo de mi vida.
Ahora ha adoptado un aire paternal, ven conmigo, muchacho, que el coche te está esperando, y al que solo le falta decirme gracias por habernos escogido, muchacho, porque somos muy conscientes de que podías haber escogido cualquiera otra de nuestras bases para quedarte huérfano…
Se queda callado un momento, sonriéndole a un recuerdo lejano, puede que a la imagen de sus padres preparándole el petate. Se da una palmada en el muslo se ríe, ¡se ríe! Con una risa normal, desde dentro, muy distinta de su risa profesional, tan venenosa y falsa. Ahora se ríe como una persona sencilla, lo que provoса que al instante, entre el público, unos cuantos se rían con él, como yo, ¿por qué no?, aunque no sea más que por apoyarlo en uno de los pocos momentos en los que ha tenido piedad de sí mismo.
Dóvaleh tiene que dar tres vueltas enteras al escenario para que le vuelva el alma al cuerpo, y durante el tiempo que tarda en hacerlo me veo repentinamente acometido por un dolor que no parece de este mundo: si por lo menos me hubiera quedado un hijo de ella, pienso por enésima vez, aunque en esta ocasión me duele muchísimo más pensarlo, como si me clavaran algo en un lugar mucho más recóndito de mí; un niño que me recordara a ella en algún detalle, por pequeño que fuera, un hoyuelo de la mejilla, un gesto de la boca. Nada más. Juro que no necesitaría más que eso.
En su vida había ido a un partido, porque le parecía una pérdida de tiempo. ¿Para qué hay que jugar noventa minutos si con veinte basta? ;Por qué no terminar el partido al primer gol? Pero se le había metido en la cabeza que como yo era pequeñito y debilucho, si tenía conocimientos de fútbol, los chicos me respetarían, me protegerían, no me pegarían demasiado. Así funcionaba su mente, siempre movida por algún interés oculto, una mente al acecho, nunca sabías del todo cómo tratarlo ni si estaba contigo o contra ti. Y creo que así me educó también, creyendo que al fin y al cabo todo el mundo hace sus cuentas, porque ese era su mantra en la vida, la esencia que mi padre le dejó en herencia a su hijito.
Un libro franco, claro… un disparo a la memoria de la infancia, a los encuentros y los desencuentros del tiempo; a la evolución de la vida y a la educación sentimental. Un libro de contrastes que no se puede pasar por alto. La pluma de Grossman demuestra una vez más su enorme capacidad para lo entrañable, para las pequeñas sagas de todos los días. Muy buena edición de Lumen
Para abrir el fin de semana, nada como estas diminutas joyas de una pequeña obra maestra de Etgar Keret, hermosa edición de Sexto Piso.
-Nunca me han lanzado desde un cañón-le dije, dándole otra calada al cigarro. -Sí que lo han hecho -replicó Ijo–, cuando tu ex te dejó, cuando tu hijo te soltó que no quería volver a verte más eres un cero a la izquierda, y cuando se escapó el gordinflón de tu gato. Y además comprenderás que para ser hombre bala no tienes que ser ni ágil, ni rápido, ni fuerte, sino ser lo suficientemente desgraciado y estar solo.
Mi amigo Tod me pide que le escriba un cuento que le ayude llevarse a las chicas a la cama.
-Nadie te ha pedido que escribieras un cuento bueno -se enfada Tod-. Lo único que yo quería es que escribieras un cuento que me ayude. Que le ayude a tu amigo a enfrentarse a un problema real. Si te hubiera pedido que donaras sangre para salvarme la vida, ¿te habrías puesto, en vez de eso, a escribir un cuento muy bueno y a llorar mientras lo lees en mi entierro?
-Se me olvidó, por un momento, que escribes en serio, con símiles, con profundidad y todo eso. En mi mente todo era mucho más fácil, más agradable. Ninguna obra maestra. Un cuento mucho más ligero. Algo que empezara con algo así como «Mi amigo Tod me pide que le escriba un cuento que le ayude a llevarse a las chicas a la cama», y que terminara con cualquier broma posmoderna impactante. Ya sabes, sin sentido, pero no sólo sin sentido, sino algo irracionalmente sexi. Misterioso
La conversación es como un túnel que excavas con paciencia con una cucharilla en el suelo de la cárcel. Tiene un propósito: sacarte de donde te encuentres en ese momento. Y, cuando excavas un túnel, al otro lado siempre te espera un destino: la empatía que te lleva hasta el sexo, la intimidad masculina combina a la perfección con una botella de whisky, algo que inspire un poco de seguridad cuando venga el casero a cobrar la renta.
La que salió fue la madre y dijo que Jeannette no quiere volver a verme nuca más, aunque tras una larga tos de fumadora añadió que «nunca más» no siempre queda tan lejos como suena, y que, si le doy el tiempo suficiente y guardo cierta distancia, seguro que se le pasa.
-Siento, siento… -carraspeó Zvi- que es una felicidad así, muy floja, como el resorte de los calzones después de demasiadas lavadas…
Y, cuando ya lo hubo vendido todo a unos precios desorbitados, se fue a su gigantesca y hermosísima casa para pensar qué hacer con todo el dinero que había ganado. Naturalmente, también habría podido pensar qué hacer con su vida, pregunta ésta no menos interesante, pero las personas con demasiado dinero suelen estar demasiado ocupadas como para encontrar tiempo para eso.
Y siempre que A tenía ese sueño se le despertaban los mismos sentimientos: una calma que se convierte en desasosiego, que se convierte en furia y que enseguida después se convierte en piedad.
Si hay una cosa en el mundo que siente peor que depender de alguien es depender de una persona que se encarga de recordarte a cada momento que dependes de su bondad.
Hace ya unos buenos meses que no me acercaba a la narrativa de Etgar Keret y la espera ha valido la pena; me reencuentro con la vida vuelta panza arriba, el muñeco mostrando las costuras. El humor de Keret no es inocente pero sus letras transitan entre la dulzura bíblica y la socarrona ironía de la inteligencia israelí. Algo que no se puede permitir que se pase por alto. Magnífica edición de Sexto Piso.
Hoy conmemoramos el día mundial de los derechos humanos. Jornada de lucha y reflexión, con la esperanza de que algún día sea un momento de celebración para todos. La lista tonta ofrece veinte novelas sobre derechos humanos . Ya se sabe, lo primero que se nota en una lista es lo que le falta.
Con ocasión del aniversario de Isaac Bashevis Singer, el mago que coadyuvó a mantener viva una lengua que otros quisieron asesinar; un narrador de excepción y padre de una extensa obra llena de vida, alegría y esperanza, ofrecemos su bibliografía comentada con algunos materiales adicionales.
La vida del lector es la del viajero que va encontrando amigos que no volverá a ver jamás, de los que guarda gratos recuerdos y que lleva siempre consigo e su corazón; también es la del viajero que se encuentra con otras amistades, luego de largo tiempo, en las ciudades más ignotas e inimaginables; pero a diferencia del viajero común, el lector se transporta tanto en el tiempo como en el espacio. Al abrir las páginas de Quizas en otro lugar, me he encontrado con el Amos z de hace muchas décadas, se trata de su primer novela y encuentro en él el sueño prístino de un Israel que ya no existe escrito por un autor que se ha marchado.
Lector asiduo, recurrente y agradecido de Amos Oz, encontrar la reedición de su primer novela es todo un hallazgo, es una novela sincera, ilusionada que narra la historia de la vida en un Kibbutz cerca de Jordania, en aquella época heroica e inocente de la redención de la tierra y de la reconstrucción de Eretz Israel; de un autor que se lanza a la construcción también de su propio mundo narrativo y en el que se aprecian tanto los rasgos que lo acompañaran toda la vida, pero también que está exento del dolor que fue acumulando a lo largo de las décadas.
Me encuentro con esos personajes perfectamente dibujados, me imagino un Israel que ya no pude conocer y a un autor que conozco, que quiero y que siempre llevo conmigo.
Aller au delà de nos limites à travers le monde. J'en suis capable, pourquoi pas toi? Pourquoi pas nous? Ensemble nous sommes invincibles "Je suis femme and i can".