Curso Taller, Las Autoras del Siglo XX

Acompáñenos a visitar la vida y obra de 10 escritoras que hicieron el siglo XX. Disruptivas, libres y a veces atormentadas. Un homenaje a la fuerza de espíritu de las mujeres:

  • Diez sesiones vía zoom
  • Grabación de las sesiones
  • Material audiovisual para cada sesión
  • Sesiones los jueves a las 22:00 cdmx.
  • Publicación del ensayo dirigido al final del curso.
  • Del 2 de septiembre al 4 de noviembre.
  • Más información e inscripciones en el whatsapp: 5535154057 y cesarbc70@yahoo.com

La lista tonta de los jueves: Ernesto Cardenal

Excepcional en nuestras costumbres, nuestro tema de hoy es un hombre; también excepcional. Como homenaje en su cumpleaños, la bibliografía completa de Ernesto Cardenal apuntada.

Hora 0
https://ketzalitorres.wordpress.com/2012/06/24/poesia-nica-hora-0-ernesto-cardenal/

Gethsemani Ky
https://campodemaniobras.blogspot.com/2017/02/ernesto-cardenal-de-gethsemani-ky.html

Epigramas
https://thesolipsta.wordpress.com/2013/06/12/ernesto-cardenal-nicaragua-51-epigramas/

Salmos
https://www.trotta.es/libros/salmos/9788481642339/

Oración por Marilyn Monroe y otros poemas
https://circulodepoesia.com/2010/08/ernesto-cardenal-y-marilyn-monroe-una-plegaria-un-poema/

El estrecho dudoso
https://www.visor-libros.com/tienda/el-estrecho-dudoso.html

Mayapán
https://cvc.cervantes.es/literatura/aih/pdf/11/aih_11_5_046.pdf

Homenaje a los indios
https://www.jstor.org/stable/29739787?seq=1https://www.jstor.org/stable/29739787?seq=1

Canto nacional
https://www.revistadelauniversidad.mx/articles-files/86819dc4-aced-46a1-84db-6324c18211a8

Oráculo sobre Managua
https://www.opuslibros.org/Index_libros/Recensiones_1/cardenal_poe.htm

Canto a un país que nace
https://www.jstor.org/stable/20541913?seq=1

Tocar el cielo
https://www.valentinatruneanu.com/tocar-el-cielo-con-ernesto-cardenal/

Vuelos de victoria
https://www.polifemo.com/libros/vuelos-de-victoria/51514/

Quetzalcúatl
https://elcultural.com/Ernesto-Cardenal-Premio-Reina-Sofia-de-Poesia-Iberoamericana

Los ovnis de oro
http://www.elem.mx/obra/datos/226543

Cántico cósmico
https://www.zendalibros.com/cantico-cosmico-de-ernesto-cardenal/

El telescopio en la noche oscura
https://www.palabravirtual.com/index.php?ir=ver_voz1.php&wid=1872&t=Duro+es…&p=Ernesto+Cardenal&o=Ernesto+Cardenal

Antología nueva
https://www.trotta.es/libros/antologia-nueva/9788481640359/

Versos del pluriverso
https://www.revistadelibros.com/articulos/versos-del-pluriverso-de-ernesto-cardenal

Pasajero de tránsito
https://www.trotta.es/libros/pasajero-de-transito/9788498790184/

El celular y otros poemas
https://elpais.com/cultura/2012/11/13/actualidad/1352825172_226801.html

Hidrógeno enamorado
https://www.euromundoglobal.com/noticia/137243/cultura/ernesto-cardenal-hidrogeno-enamorado-de-dios-y-de-la-ciencia.html

Dos en uno
https://www.publico.es/actualidad/encuentro-ernesto-cardenal-y-ines.html

Somos polvo de estrellas
https://www.milenio.com/opinion/sergio-gomez/ultimo-round/somos-polvo-polvo-de-estrellas

Vida perdida
https://www.trotta.es/libros/vida-perdida/9788481647488/

Los años de Granada
https://anamaediciones.com/2017/08/18/los-anos-de-granada-ernesto-cardenal/

Las ínsulas extrañas
https://www.proceso.com.mx/257179/adelanto-de-libros-las-insulas-extranas-de-ernesto-cardenal

La revolución perdida
https://www.trotta.es/libros/la-revolucion-perdida/9788481646757/

Ansías y lengua de la poesía nueva nicaragüense
http://www.soypoeta.com/directorios/escritor/cardenal-ernesto

Vida en el amor
https://www.trotta.es/libros/vida-en-el-amor/9788498791723/

En Cuba
https://mislibrosconnotas.blogspot.com/2014/10/ernesto-cardenal-en-cuba.html

Fidel Castro: cristianismo y revolución
https://elnacional.com.do/algo-mas-que-salud-349/

El Evangelio en Solentiname
https://www.trotta.es/libros/el-evangelio-en-solentiname/9788481648386/

La santidad de la revolución
http://teologiadelpueblo.blogspot.com/2018/02/sobre-la-santidad-de-la-revolucion.html

La batalla de Nicaragua
https://www.nexos.com.mx/?p=3609

La paz mundial y la revolución en Nicaragua
https://www.laprensa.com.ni/2017/01/20/cultura/2168782-ernesto-cardenal-poeta-en-revolucion-a-sus-92-anos

Democratización de la cultural
https://www.academia.edu/33266756/ERNESTO_CARDENAL_CONTEXTO_HISTORICO

Los campesinos de Solentiname pintan el Evangelio
https://malsalvaje.com/2020/03/01/murio-el-poeta-revolucionario-ernesto-cardenal/

Nostalgia del futuro: pintura y buena noticia en Solentiname
https://searchworks.stanford.edu/view/1509113

Nuevo cielo y tierra nueva
https://www.cahanbooks.com/pages/books/52747/ernesto-cardenal-jurgen-muller-schneck/nuevo-cielo-y-tierra-nueva-epistola-a-monsenor-casaldaglia-fotografias-de-jurgen-muller-schneck

El río de San Juan: estrecho dudoso en el centro de América
https://www.senalmemoria.co/articulos/ernesto-cardenal-en-la-coleccion-de-senal-memoria

Del monasterio al mundo. Correspondencia
https://legacy.lib.utexas.edu/taro/utlac/00439/lac-00439.html

Correspondencia (1959-1968). Thomas Merton y Ernesto Cardenal, contiene 90 cartas entre el poeta nicaragüense y el monje escritor norteamericano; Trotta, Madrid, 2003
https://legacy.lib.utexas.edu/taro/utlac/00439/lac-00439.html

Este mundo y otro
https://www.trotta.es/libros/este-mundo-y-otro/9788498792102/

Feliz cumpleaños querido Ernesto Cardenal!

Cuando murió Ernesto Cardenal publiqué esto que ahora resucito, como él que nunca muere y cumplirá años siempre, porque queremos tanto a Ernesto

Siempre pensé que Ernesto no se iba a morir nunca. No es que creyera que sería inmortal, pero nunca concebí que pudiera morirse; así, anciano y en cama, sometido por el que antaño fuera su compañero, pero siempre contestarario, siempre fiel a sí mismo y a sus ideas; nunca lo pensé, pero Ernesto Cardenal se ha ido. Me duele mucho pensar que se ha muerto porque con él se se marcha también la ilusión de muchas generaciones, de las que en aquellos años de la guerra fría pensábamos que en serio podríamos construir un socialismo a nuestra medida, un socialismo al que podríamos llamar justicia, igualdad y libertad; algo muy distinto del populismo y de las medias afirmaciones, algo que se parecía a aquella misa guerrillera en plena selva nicaragüense. Cuando el Sandinismo eran aquellos jóvenes que bajaban de las montañas y se cubrían de una gloria casi infantil que se dibujaba en sus rostros asombrados.
No quería creerlo porque no era posible que se fuera Ernesto, el poeta trapense de Solentiname como lo llamaba Mejía Godoy en su canción “La tumba del guerrillero”, no podía creerlo porque hubo en Latinoamérica una generación que creía en ideales, que pensó que todo era posible y que al final del día, igual que la muerte de Ernesto, resultó que sí, el poeta era tan mortal como cualquiera y que aquellos dulces ideales habían sido eso, dulces como los que se dan a los niños para que sigan creyendo en la omnipotencia de sus padres cuando les dicen “todo va a estar bien” aunque sepan que no es cierto. Porque ya no habrá otra Managua como en aquellos alegres días de Ernesto Cardenal construyendo la patria y el hombre nuevo, igual que no habrá otro Santiago de Chile con las Alamedas de Salvador Allende y tampoco otra Habana de los barbudos con una paloma blanca posada en el discurso; porque todo eso es ya una playera del Che Guevara maquillado como Cepillín en un mercado de chucherías a cien pesos la pieza. Todo nostalgia, todo sensación de vacío.
Leí la noticia una y diez veces porque no podía ser cierto que aquel hombre, sacerdote que se murió siéndolo a pesar que el Papa Wojtila lo había sometido y castigado y él, conforme a sus votos y su convicción había permanecido disciplinado pero no silencioso; eso era en aquella Iglesia de la Teología de la Liberación que le tuvo miedo a su propia fuerza, que se aterrorizó de su propia potencia liberadora; en su poesía Cardenal se había pronunciado por el Evangelio de los pobres porque eso era y es lo que pedía nuestro continente, que no hubiera tanto pobre a la sombra de los muros de mansiones, esas sí unas cuantas que hoy como entonces siguen acumulando, de manera escandalosa, la enorme mayoría del ingreso; pero se fue, para siempre. Como padre que era lo fue de muchos, mío también en cierto sentido, al menos en el de la formación poética, en el de la comprensión de que del Río Bravo para el sur todo es Patria Grande aunque no nos guste, aunque no estemos acostumbrados y la política de la división siga entreteniéndonos tanto, anhelando a entrar en el club de los ricos para que, solos, no tengamos ya necesidad de mirar a este enorme continente de la Ñ. Pero Ernesto se fue y nosotros nos quedamos.
Claro que era imposible la muerte de Ernesto, si se murió debe haber sido de puro cansancio, de ver que no íbamos ya a ninguna parte, que nos quedamos como burro dando vuelta a la noria, rumiando nuestros problemas ancestrales y, viendo la ruina de los proyectos faraónicos, los niños y las mujeres siguieran siendo las principales víctimas de la violencia, muerto de tedio pero no de desesperanza, de saber que no se necesitan ni un Somoza o un Duvalier o un Trujillo para hacernos la vida imposible porque solitos podemos, no necesitamos ayuda para nuestras concepciones clasistas, racistas y pequeño burguesas; como si las dictaduras hubieran aprendido tan bien sus papeles que pueden interpretarlos de mil maneras distintas.
Como se iba a morir, sigo preguntándome, aquel hombre duro pero dulce y bueno, excelente poeta, al que la UNAM me regaló el privilegio de conocer, como se iba a ir alguien que era revolucionario pero sobre todo era cantor, aquel que cuando le pregunté en un foro de estudiantes su opinión sobre la poesía revolucionaria, me contestó que para ser revolucionaria primero debía ser, de verdad poesía. Él que arrancó las lágrimas de estudiantes que no la conocieron pero que sintieron el mismo estremecimiento que sentí yo, cuando treinta años antes leí por primera vez la Oración por Marilyn Monroe. Él que decía que la adoración de la belleza de las muchachas lo había llevado a la adoración de la belleza de Dios que se reflejaba en los campos y en las culturas de nuestros indios.
Es un lugar común, un cliché viejo y manido si se quiere, pero es real porque tengo razón y Ernesto no se muere, ni hoy ni nuca, no se muere porque ahí está en el cuento magnífico de Julio Cortázar “Apocalipsis en Solentiname”; no se muere porque no hoy y tal vez no mañana, pero siempre habrá quien quiera apostar por la igualdad y la solidaridad, que tomará la opción por los pobres de nuestro continente y no con palabras y discursos, sino con propiedad de sus tierras, con educación y solidaridad basada en la alegría de juntos seguir construyendo el continente.
Adiós compañero poeta, adiós viejo guerrillero. Adiós y paz a ti, que te sea concedida después de una larga vida luchando por darnos ese regalo,

La lista tonta de los jueves. Derechos humanos

Hoy conmemoramos el día mundial de los derechos humanos. Jornada de lucha y reflexión, con la esperanza de que algún día sea un momento de celebración para todos. La lista tonta ofrece veinte novelas sobre derechos humanos . Ya se sabe, lo primero que se nota en una lista es lo que le falta.

Antes de que anochezca. Reinaldo Arenas. https://www.planetadelibros.com.mx/libro-antes-que-anochezca/146457

Ciudad de barro. Deborah Ellis. http://www.eltemplodelasmilpuertas.com/entrevista/deborah-ellis/181/

Las alas del sol. Jordi Sierra i Fabra. https://librotea.elpais.com/libros/las-alas-del-sol/

La aventura de Miguel Littín clandestino en Chile. Gabriel García Márquez. https://www.animalpolitico.com/lo-que-quiso-decir/las-aventuras-de-miguel-littin-clandestino-en-chile/

La broma. Milan Kundera. https://www.zendalibros.com/la-broma-milan-kundera/

La cueva del sol. Elias Khoury. https://elpais.com/diario/2009/08/01/babelia/1249083557_850215.html

Primavera con una esquina rota. Mario Benedetti. https://bibliotecamiguelcatalan.wordpress.com/club-de-lectura-leer-juntos/club-de-lectura-2013-4/primavera-con-una-esquina-rota-de-mario-benedetti/

Pedro y el capitán. Mario Benedetti. https://www.actualidadliteratura.com/pedro-y-el-capitan-uno-de-los-mejores-libros-que-jamas-se-ha-escrito/

Fahrenheit 451. Ray Bradbury. https://www.planetadelibros.com/libro-fahrenheit-451/298205

África en el corazón. M. Del Carmen de la Bandera. https://www.bambuamerica.com/libro/frica-en-el-corazn_80070417/

Un libro levemente odioso. Roque Dalton. https://www.oceansur.com/catalogo/titulos/un-libro-levemente-odioso

Jim en el espejo. Inger Edelfeldt. https://www.uv.es/capelo/Jim_en_el_espejo.html

El señor de las moscas. William Golding. http://mascultura.mx/el-senior-de-las-moscas-libro-william-golding/

Lobo negro, un skin. M. Hagerman. https://literaturamasuno.blogspot.com/2018/11/lobo-negro-un-skin-marie-hagemann.html

El pájaro amarillo. Myron Levoy. http://atrapado.tripod.com/diferentes.html

El Evangelio de Lucas Gavilán. Vicente Leñero. https://www.planetadelibros.com.mx/libro-el-evangelio-de-lucas-gavilan/155446

El beso de la mujer araña. Manuel Puig. http://www.laizquierdadiario.com/El-beso-de-la-mujer-arana-literatura-sexo-y-revolucion-en-Puig

Sin novedad en el frente. Erich María Remarque. https://magnet.xataka.com/en-diez-minutos/sin-novedad-en-el-frente-la-vida-del-soldado-en-la-primera-guerra-mundial

Tambores de cristal. M. Carme Roca. https://www.larepublicadelasletras.es/es/libros/tambores-de-cristal_0780890060

Retorno a la libertad. Carlos Villanes. http://cuentatelavida.blogspot.com/2010/09/retorno-la-libertad-de-carlos-villanes.html

Homenaje a los indios americanos. Ernesto Cardenal. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=52025

Las citas de los viernes: Sofía de los presagios de Gioconda Belli, ed. Planeta

Gioconda Belli, de una pluma mágica y prodigiosa nos introduce al mundo de nuestra conciencia y nuestras más hondas tradiciones; un encuentro doloroso y liberador con la maternidad, la naturaleza y el mundo de las creencias. Si todos sus libros son hermosos, este lo es más todavía. Aquí, sus momentos estelares.

Sofía de los presagios de Gioconda Belli. Ed. Planeta

Las marimbas se han marchado. Las puertas están cerradas y en el parque acampan los gitanos que vienen de la América del Sur, que vinieron antes de Europa, de Egipto y de la India y mucho antes del Paraíso Terrenal donde una gitana anterior a Eva encantó a Adán y parió una raza de hombres sin pecado original. Se hace

Piensan que son cosas nuevas que trajo la Revolución, cosas raras que trajo la Revolución, como el circo ruso y los cantantes búlgaros y los rubios que no son gringos. Los hombres y las mujeres del

 Eso era ser gitano, le decía, ésa era la diferencia con los payos que tenían que estar siempre en un lugar porque eran esclavos de lo que había pasado y lo que debía suceder. Ellos no, nada los ataba.

¿Cómo es que se llama una que es toda voluptuosa y que tiene cara de pecadora?… Lo tengo en la punta de la lengua… Sí, sí. La Sofía Loren. Esa misma. Esa misma.»

Sofia quiere casarse porque el matrimonio para ella marcará el inicio de su vida adulta en la que ya no será necesaria la inocencia ni la sumisión. No sabe si está enamorada de René, pero desde niña sabe que el amor es engañoso y que lo importante es poder hacer lo que uno quiere.

Fausto, el único sobrino de don Ramón, llega de visita a la hacienda. Hace años que vive en París. El Gobierno lo envió con una beca poco después del triunfo de la Revolución, cuando sobraban becas para estudiar cualquier cosa, y él decidió quedarse trabajando en un estudio de cine.

Desde que se casó, se ha puesto más alta e imponente. Durante el entierro, llora, sintiéndose por primera vez infinitamente huérfana.

Sofía le ayuda a Petrona a enrollar las bolitas de caramelo de limón en el azúcar. Las tres mujeres guardan silencio. Se escucha el sonido del agua, el hervor de la miel, el raspar del caramelo sobre los gránulos de dulce. En la cocina, las tres semejan brujas antiguas, brujas sin espanto, ni escobas, brujas blancas, diosas ocupadas en la fragua del sueño de los hombres. Oficio antiguo, de mujer.

El té está preparado. Doña Carmen revuelve el incolora donde hay un leve perfume a sueños prohibidos. Las tres mujeres se asoman al agua y ven el reflejo de sus ojos como si se asomaran al umbral de una dimensión ignota donde réplicas fieles de sí mismas viven y las miran. 

Tu pueblo viene andando por siglos. No son de ninguna parte. Vos naciste en un lugar árido y sin volcanes en tiempo de calor, pero tu país no existe porque los gitanos no tienen país; venís de un hombre y una mujer igual que todos, de Sabino y Demetria, pero no sé sus apellidos porque no me atreví a bajar hasta el nacimiento de ellos, por miedo de perderme y no poder regresar; sos esto que sos, hijita, lo que tocás cada mañana al levantarte, lo que soñás despierta y dormida, lo que no sos aún..

La Diosa anda en los vientres de las mujeres y en el falo de los hombres, porque allí es donde comienza la vida desde donde todo lo demás se genera. Sólo la oscuridad de las almas extrañadas de la naturaleza ha podido inventar un dios macho con una madre virgen, para quien el placer que produce la vida es pecado.

Jerónimo, que va un poco atrás, no deja de ver el cuello de Sofía que se asoma por debajo del pelo y de pensar, sin saber por qué, en cómo se habrían sentido los verdugos ante el cuello blanco de las reinas que tenían que guillotinar.

Ponerme en forma con Alisa ha sido una experiencia genial. Siempre me quedaba con la sensación de haber tenido un entrenamiento completo. Le agradezco mucho su ayuda y sus consejos. Sin duda, recomendaría este lugar. ¡Gracias, Alisa!

Hace 9 meses que entreno con Alisa. Lo mejor ha sido todos los consejos nutricionales que me ha dado. He aprendido muchísimo sobre lo que debo y no debo comer.

No puedo agradecérselo lo suficiente. Se puso en mi situación y supo motivarme en todo momento. Ha hecho un trabajo fantástico con mi baja forma física, teniendo en cuenta que ya voy teniendo una edad. No habría podido tener mejor entrenadora.

Sus fantasmas le impiden enfrentarse con la realidad de que quienes quieren un mundo sólo a su medida no tienen más destino que el quedar- se sumidos en la soledad.

Doña Carmen toma a la recién nacida, le da vuelta y con un movimiento rápido corta el cordón y lo anuda. Xintal cierra los ojos. Para ella ése es uno de los momentos más dramáticos de la existencia; es el instante preciso en que empieza la soledad jamás redimida del ser humano.

El libro nuestro de cada martes: Sofía de los presagios de Gioconda Belli

Cisterna de Sol ofrece este libro que invoca lo más profundo de nuestra naturaleza y de nuestra identidad; un viaje a la Latinoamérica profunda, a nuestros orígenes; a las sociedades en que vivimos y crecemos; es al mismo tiempo un encuentro con la condición de la mujer, la maternidad y la liberación. Escrito por la pluma prodigiosa de una de nuestras autoras más memorables, Gioconda Belli.

Gioconda Belli habla sobre otro de sus libros:

Algo más sobre el libro:

https://www.planetadelibros.com.mx/libro-sofia-de-los-presagios/253396

Las citas de los viernes: Guerra de guerrillas de Marxitania Ortega, editorial Jus

Uno de los descubrimientos del año, las letras de Marxitania Ortega, que sin duda en años próximos dará todavía más que decir. Este libro de esperanza y desencuentro, de amor y de desamor, de glorias y remordimientos, nos traen de vuelta el sentimiento latinoamericano que somos tan propensos a extraviar. Aquí algunos de sus mejores momentos:

Guerra de guerrillas de Marxitania Ortega, Editorial Jus


Aún era temprano para regresar a Tolbiac, caminó por las calles más turísticas del barrio latino buscando un bar para matar el tiempo. Encontró un lugar de ambiente alegre. Una banda de jóvenes tocaba covers de rock clásico. Entró decidido. «Menos mal que no es jazz», pensó Antonio mientras se sentaba cerca de la barra. Había hecho grandes esfuerzos por entender el jazz, incluso se obligó a comprar y a escuchar atentamente a los grandes, sobre todo Charlie Parker, instigado más por El perseguidor, de Cortázar que por curiosidad propia, pero las notas se le escamaban al entendimiento. Podía entender y hasta disfrutar a melodía de “Summertime», pero en cuanto empezaban las improvisaciones que parecían gustarle a todo el mundo, Antonio comenzaba a sufrir. El jazz era para él ininteligible, un precipicio de notas que no tenían sentido, como los recuerdos que quedan al día siguiente de una borrachera. La verdad es que Cortázar tampoco era su escritor favorito. A él le gustaba el realismo, la literatura sin juegos, la prosa bien escrita de Ernest Hemingway y en cuanto a la música, lo suyo era la canción la música cantada, hablada, la que se entiende: José Alfredo Jiménez, Julio Jaramillo, la chanson française, Piaf, Aznavour.


Un sueño en blanco y negro que recordaba como si lo hubiese soñado anoche. Cesare Pavese caminaba hacia ella, despacio, vestido de gris. Cuando estuvo cerca le susurró al oído: «la ciudad más hermosa del mundo mide un milímetro por un milímetro y está en tu cabeza». Luego, le daba la espalda y recorría la misma calle por la que había venido hasta que se hacía chiquito en el horizonte. Sara sabía que había ido a matarse. Al despertar se sintió iluminada, el sueño había sido tan vívido que creyó que el fantasma del escritor había venido a consolarla y a evitar que se frustrara en una espera de casi diez años.


Cuando estuvo otra vez en el RER respiró aliviada. Se bajó en Saint-Michel. Pensó que conseguir habitación no sería fácil y que debería invertir en vivienda cien euros más de su ya de por sí insuficiente beca, aunque se restringiera en el resto de sus gastos. Caminó por el Quai Blanqui y cruzó el Pont Neuf hacia la Île de la Cité. Pensó en Michèle/Juliette Binoche y en su parche en el ojo y en la decadencia y en la desesperación. Vibró un poco para sacudirse la posibilidad de que cualquier pizca de fracaso se adhiriera a su piel y se dirigió a Notre Dame. Estaba llena de turistas. Le disgustó ser una más entre la masa de gente de todo el mundo que tomaba fotos de los pórticos y de los retablos, ella que conocía de memoria cada uno de los arquitectos que habían trabajado en las remodelaciones del proyecto.original, desde el lejanísimo año de 1160. Había pasado tardes enteras en


Un sueño en blanco y negro que recordaba como si lo hubiese soñado anoche. Cesare Pavese caminaba hacia ella, despacio, vestido de gris. Cuando estuvo cerca le susurró al oído: «la ciudad más hermosa del mundo mide un milímetro por un milímetro y está en tu cabeza». Luego, le daba la espalda y recorría la misma calle por la que había venido hasta que se hacía chiquito en el horizonte. Sara sabía que había ido a matarse. Al despertar se sintió iluminada, el sueño había sido tan vívido que creyó que el fantasma del escritor había venido a consolarla y a evitar que se frustrara en una espera de casi diez años.


Cuando estuvo otra vez en el RER respiró aliviada. Se bajó en Saint-Michel. Pensó que conseguir habitación no sería fácil y que debería invertir en vivienda cien euros más de su ya de por sí insuficiente beca, aunque se restringiera en el resto de sus gastos. Caminó por el Quai Blanqui y cruzó el Pont Neuf hacia la Île de la Cité. Pensó en Michèle/Juliette Binoche y en su parche en el ojo y en la decadencia y en la desesperación. Vibró un poco para sacudirse la posibilidad de que cualquier pizca de fracaso se adhiriera a su piel y se dirigió a Notre Dame. Estaba llena de turistas. Le disgustó ser una más entre la masa de gente de todo el mundo que tomaba fotos de los pórticos y de los retablos, ella que conocía de memoria cada uno de los arquitectos que habían trabajado en las remodelaciones del proyecto.original, desde el lejanísimo año de 1160. Había pasado tardes enteras en


El metro francés es viejo y lento. Los trenes cumplen con puntualidad su itinerario pero los trayectos son infinitos para el hombre que huye. Antonio recordó con angustioso detalle cuando fue a recoger a Lorena al penal femenil de Acapulco. Quería sorprenderla llevándole a sus hijas, pero las niñas no quisieron ir. La madre de Lorena, que nunca entendió bien las razones de la lucha de su hija y no sabía si en verdad era víctima de una injusticia, como decían sus compañeros, o si realmente merecía la cárcel, se había hecho cargo de sus nietas y había sembrado en ellas sus dudas. Las niñas anudaron el corazón para no extrañar a su madre durante el tiempo que estuvo presa y les iba a costar mucho trabajo desatarlo.


«Un compañero preso, el más joven, casi un niño», pensaba Antonio antes de que pudiera ver frente a él la cara hinchada de su amante. Cuando pudo verla, lloró. No era la primera vez que golpeaba a una mujer ni la primera que, en cada golpe, salían amalgamados un odio profundo y una satisfacción que después, cuando pasaba la furia, le parecía abominable.


En los jardines de Luxemburgo, sintió nostalgia de su soledad habanera, de cuando buscaba parques y rincones solitarios para reproducir, durante horas, en un cuaderno de papel revolución con un lápiz duro del no. 2, las texturas de los inmensos árboles tropicales y los volúmenes de las estatuas de los próceres de la Revolución. Aunque su lugar favorito, en realidad, era el panteón Colón; ahí se refugiaba entre las lápidas de la presencia humana, hasta que ya entrada la tarde, las sombras le empezaban a dar miedo. Luego revisaba sus trazos y cada una de las tareas que le habían dejado en la Escuela Elemental de Artes Plásticas. Lo más importante, había dicho el maestro, era soltar la mano.


Le bastaban unos minutos de atenta observación y una breve charla para encasillar a su interlocutor en alguno de los parámetros de luchador social que había construido durante los últimos años, Révolutionnaire, escribió un día con su pluma fuente en la primera hoja de una libreta de dibujo, y luego la fue llenando con diferentes versiones de una tabla que cada vez adquiría mayor complejidad. Así, Beatrice conservaba cierta tranquilidad sobre los fondos que arriesgaba con ellos, deduciendo a través de sus esquemas el futuro comportamiento de los guerrilleros, revolucionarios, militantes o jóvenes idealistas latinoamericanos que llegaban a ella. No es que pensara que sus modelos y sistematizaciones estaban libres de prejuicios y fantasías, pero así era su mente, tendía a la esquematización.


El mesero llegó atento y dispuesto a tomar la orden. Antonio pidió la clásica sopa de cebolla, un terrine de ternera y una copa de Bordeux. Brindó consigo mismo a la memoria del poeta y mientras comía la sopa humeante y batallaba con la cuchara para tomar la porción adecuada de queso gruyere gratinado, sintió lástima por los poetas alcohólicos que mueren en la miseria, y por los revolucionarios alcohólicos que quieren morir y no pueden.


Por un momento Antonio deseó que sus hijas pudieran disfrutar una de las más poderosas fantasías creadas por el perverso matrimonio del cristianismo y el capitalismo. A pesar de que Sara y Gabriela no eran las únicas en su entorno que no recibían regalos en Navidad, en parte porque la pobreza de algunos miembros de su familia impedían tales lujos, sí eran quizás las únicas que sabían que la existencia de Santa Claus, los Reyes Magos y demás seres regaladores, eran una invención beneficiosa sólo para los dueños del capitalismo. Antonio tampoco creyó nunca en semejantes artificios. Ni él ni ningún niño que él conociera. De no ser por los comerciales radiofónicos que ponían algún villancico con mensajes grabados de cantantes famosos y por las vacaciones escolares, la población rural mexicana no hubiera tenido conocimiento de las fantasías navideñas. Ni la nieve, ni los arbolitos, ni los muñecos de plástico, ni los regalos, ni el pavo, ni siquiera del pollo. Era una fiesta religiosa, la abuela de Antonio iba a la iglesia y eso era todo. Eso y


-Vete a casa, una niña como tú no debe andar viendo estas cosas Sara se indignó. Una niña mexicana como ella no debía ver a los viejos gordos aprovecharse de la pobreza, la ignorancia y la maldad de las madres de las niñas cubanas. įPor qué les daba pena la mirada de Sara y no les causaba ningún pudor besar a las jineteritas? ¿Qué ven los hombres en las mujeres que saben putas, ¿tienen cara de putas?, ¿cuerpo de putas?, ¿o sólo es la disposición de putas? Sara se indignó pero se salió de la alberca para irse. Fuera de la piscina miró el reflejo de su cuerpo en las puertas de cristal del hotel. Su cuerpo flaco, sin chichis, desculado, nada tenía que ver con las adolescentes cubanas, exuberantes.


-Además -decía tratando de convencer a Emilio- es diciembre. Los jardines estarán helados y grises. No habrá mucho que ver. Sara se sorprendió en Versailles. La belleza del lugar prevalecía en el invierno. Por única vez una idea reveladora apareció en su mente y sus firmes convicciones republicanas sucumbieron ante la belleza del Château. Hay que creerse divinidad para hacer algo de tal belleza. Las danzas de Lully ambientaban eficazmente los salones del palacio y Sara lloró en una ventana. “De tanto representar a Dioses he terminado creyendo que soy uno» recordó que dijo Farinelli, el castrato, en esa película de principios de los noventa. Los hombres, ante la repetición de los días, ante la vileza de la vida cotidiana, necesitan postular un principio poderoso que sea capaz de crear obras cuya magnificencia y belleza evoquen constantemente lo divino. De eso se tratan las monarquias,


Siempre quisiste vivir en París. Yo también. Ahora los dos vivimos aquí. Es pintoresco, dices. Y romántico. Vivimos en un ático, como Hemingway, te digo. Hemingway vivió en un ático? En un lugar miserable, te cuento. Como éste, respondes. Te miro con reproche. Este lugar es pequeño, pero no miserable. Tú también conoces la miseria, ésa, la que sólo se da en el tercer mundo, la miseria tropical.


Caminamos por París. Tu mano que sostengo es áspera y fuerte, es la mano de una enfermera que se va a la guerrilla. Me dices que mis manos son suaves, que parecen las manos de un intelectual. Te cuento que mi abuela me decía de niño que mis manos eran de alguien que se dedica a pensar. En la práctica, querida Mado, la palabra se empuña al mismo tiempo que el fusil, por eso ahora sólo quiero silencio. Calla. Callemos todos. Que callen todos los que caminan en París, como nosotros. Que no regañen las madres a los niños, que no griten, que nadie grite. Callemos. Para ver el futuro, Mado, o el pasado, o ambos.


Me cuentas la historia de los amantes que caminan hacia nosotros en el puente. Ella es una mujer negra, tiene una bella cabeza de micrófono. Él es francés, de Strasbourg, adivinas. Él la ama. Mira cómo le toma fotos. Seguramente son las mejores fotos que le tomarán en la vida, dices. Ella cruza un poco las piernas, levanta el mentón. Él dispara varias veces el obturador. Me cuentas entonces tu teoría de que la belleza del fotografiado sólo depende del amor del fotógrafo. Los fotogénicos son en realidad personas simpáticas que suelen agradar a los fotógrafos. Lamento no tener cámara , no puedo tomarte ni una foto. Me preocupo por la memoria. ¿Cómo te recordaré?


En la tortura, hablen, suéltenlo todo. Esa es la política de algunas organizaciones. Los etarras dicen eso, porque saben que la mayoría va a hablar. Nosotros, tercermundistas al fın, programamos mártires. No hablen, no delaten, no suelten, mueran. Mártires imposibles porque la mayoría habla, delata suelta. Y entre más pasan los días y las horas más amplio se y hace el espacio entre los minutos y los segundos y más duran los golpes y el tiempo de tortura y sólo puedes pedirle a tu cuerpo que aguante un poco más, sólo un poco más.


«No quiero una medalla, quiero que me devuelva a mi hijo.” Dicen que fue lo que dijo. El gobernador se comprometió ante el auditorio lleno de maestros. «Si tu hijo es inocente, saldrá libre», dijo públicamente. «Si no es inocente, que se vaya del país, porque si lo agarran otra vez, lo matan», le dijo a mi madre al oído. Mi madre me dio la vida dos veces.

El vals del minuto: El día de la escritora a través de Gioconda Belli

Este es el tiempo de las mujeres en la literatura, de las escritoras; para conmemorar su día, esta mínima reflexión sobre Gioconda Belli y sus libros

Las citas de los viernes: Rayuela de Julio Cortázar

Démonos cita los viernes para citar. Descansando la pluma y la lectura, estas perlas rescatadas de la experiencia lectora. Hoy, ofrecemos, hasta donde vamos, recolecciones de Rayuela que me he puesto a releer, en una tercera ocasión que me devuelve fresco un libro eterno. Que ustedes lo disfruten.

De Rayuela, Edición conmemorativa de la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española. España. 2019.

El argentino que se hizo querer de todos. Gabriel García Márquez.

En alguna parte de La vuelta al día en ochenta mundos un grupo de amigos no puede soportar la risa ante la evidencia de que un amigo común ha incurrido en la ridiculez de morirse…

El argentino que se hizo querer de todos. Gabriel García Márquez.

Yo había leído Bestiario, su primer libro de cuentos, en un hotel de lance de Barranquilla donde dormía por un peso con cincuenta centavos, entre peloteros mal pagados y putas felices, y desde la primera página me di cuenta de que aquel era un escritor como el que yo hubiera querido ser cuando fuera grande…

El argentino que se hizo querer de todos. Gabriel García Márquez.

Alguien me dijo en París que él escribía en el café Old Navy, del Boulevard Saint-Germain, y allí lo esperé varias semanas, hasta que lo vi entrar como una aparición. Era el hombre más alto que se podía imaginar, con una cara de niño perverso dentro de un interminable abrigo negro que más bien parecía la sotana de un viudo, y tenía los ojos muy separados, como los de un novillo, y tan oblicuos y diáfanos que habrían podido ser los del diablo si no hubieran estado sometidos al dominio del corazón…

La trompeta de Deyá. Mario Vargas Llosa

Pensé en un verso de Vallejo – «español de puro bestia» -…

El que nunca dejó de crecer. Sergio Ramírez

Se vivía en una atmósfera radical, en el mejor sentido de la palabra, un radicalismo implacable que compartían viejos como Bertrand Russell. Los principios eran entonces letra viva y no como hoy, reliquias a exhumar. La palabra causa tenía un aura sagrada.

El que nunca dejó de crecer. Sergio Ramírez

Las utopías reglamentadas se vuelven siempre pesadillas. Un viaje, a veces rápido, desde los sueños a los malos sueños, y de allí a los pésimos sueños.

El que nunca dejó de crecer. Sergio Ramírez

Cuando Rayuela fue publicada en Buenos Aires en 1963, Julio Cortázar tenía entonces cincuenta años, con lo que podemos decir que la novela más experimental, novedosa y provocadora que se escribió en los tiempos del boom fue la obra de alguien que a los ojos adolescentes de mi generación era ya mayor. La novela juvenil de un señor que aparentaba ser joven. O no dejaba de ser joven.

El que nunca dejó de crecer. Sergio Ramírez

Los guerrilleros en sus escondites leían Rayuela y leían La ciudad y los perros, el boom extendía su onda expansiva hasta las catacumbas e inflamaba a su modo las hogueras; un primo mío comandante guerrillero se puso por seudónimo «Aureliano», por Aureliano Buendía, y otro que era campesino vino a llamarse directamente Macondo porque lo copió del nombre de una cantina, así trabaja la patafísica. A nadie hubiera extrañado ver a un Ixca Cienfuegos con el fusil en la mano porque todos andábamos en busca de la región más transparente del aire.

El que nunca dejó de crecer. Sergio Ramírez

¿Por qué un guerrillero habría de leer Rayuela? Porque Ravuela, insisto, fue un libro para jóvenes, un libro de iniciación. Para construir, ya se sabe, es necesario primero destruir, ir a fondo en el cuestionamiento, insistir en las preguntas. Incesantes preguntas. La conducta, hoy tan extraña, de un escritor con creencias, y capaz de defenderlas, aun a riesgo de parecer ingenuo frente a la majestad no siempre benévola de los sistemas políticos, o frente a quienes prefieren atrincherarse en la neutralidad, a cubierta de todo riesgo.

Rayuela. Julio Cortázar. Cap. 1

¿Encontraría a la Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la Rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts, a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua. Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico.

Rayuela. Julio Cortázar. Cap. 1

Ya para entonces me había dado cuenta de que buscar era mi signo, emblema de los que salen de noche sin propósito fijo, razón de los matadores de brújulas.

Rayuela. Julio Cortázar. Cap. 2

La Maga había aparecido una tarde en la Rue du Cherche-Midi, cuando subía a mi pieza de la Rue de la Tombe Issoire traía siempre una flor, una tarjeta Klee o Miró, y si no tenía dinero elegía una hoja de plátano en el parque.

Rayuela. Julio Cortázar. Cap. 2

No estábamos enamorados, hacíamos el amor con un virtuosismo desapegado y crítico, pero después caíamos en silencios terribles y la espuma de los vasos de cerveza se iba poniendo como estopa, se entibiaba y contraía mientras nos mirábamos y sentíamos que eso era el tiempo.

Rayuela. Julio Cortázar. Cap. 2

Demasiado tarde, siempre, porque aunque hiciéramos tantas veces el amor la felicidad tenía que ser otra cosa, algo quizá más triste que esta paz y este placer, un aire como de unicornio o isla, una caída interminable en la inmovilidad.

Rayuela. Julio Cortázar. Cap. 4

-Imposible explicarte-decía Etienne-. Esto es el Meccano número siete y vos apenas estás en el dos. La Maga se quedaba triste, juntaba una hojita al borde de la vereda y hablaba con ella un rato, se la paseaba por la palma de la mano, la acostaba de espaldas o boca abajo, la peinaba, terminaba por quitarle la pulpa y dejar al descubierto las nervaduras, un delicado fantasma verde se iba dibujando contra su piel. Etienne se la arrebataba con un movimiento brusco y la ponía contra la luz. Por cosas así la admiraban, un poco avergonzados de haber sido tan brutos con ella, y la Maga aprovechaba para pedir otro medio litro y si era posible algunas papas fritas.

Rayuela. Julio Cortázar. Cap. 71

De una manera u otra todos la buscan, todos quieren abrir la puerta para ir a jugar. Y no por el Edén, no tanto por el Edén en sí, sino solamente por dejar a espalda los aviones a chorro, la cara de Nikita o de Dwight de Charles o de Francisco, el despertar a campanilla, el ajustarse a termómetro y ventosa, la jubilación a patadas en el culo (cuarenta años de fruncir el traste para que duela menos, pero lo mismo duele, lo mismo duele, lo mismo la punta del zapato entra cada vez un poco más, a cada patada desfonda un momentito más el pobre culo del cajero o del subteniente o del profesor de literatura o de la enfermera), y decíamos que el homo sapiens no busca la puerta para entrar en el reino milenario (aunque no estaría nada mal, nada mal realmente) sino solamente para poder cerrarla a su espalda y menear el culo como un perro contento sabiendo que el zapato de la puta vida se quedó atrás, reventándose contra la puerta cerrada, y que se puede ir aflojando con un suspiro el pobre botón del culo, enderezarse empezar a caminar entre las florcitas del jardín y sentarse a mirar una nube nada más cinco mil años, o veinte mil, si es posible y si nadie se enoja y si hay una chance quedarse en el jardín mirando las florcitas.

Rayuela. Julio Cortázar. Cap. 71

Y no que el mundo haya de convertirse en una pesadilla orwelliana o huxleyana; será mucho peor, será un mundo delicioso, a la medida de sus habitantes, sin ningún mosquito, sin ningún analfabeto, con gallinas de enorme tamaño y probablemente dieciocho patas, exquisitas todas ellas, con cuartos de baño telecomandados, agua de distintos colores según el día de la semana, una delicada atención del servicio nacional de higiene, con televisión en cada cuarto, por ejemplo grandes paisajes tropicales para los habitantes de Reikiavik, vistas de siglos para los de La Habana, compensaciones sutiles que conformarán todas las rebeldías…

Rayuela. Julio Cortázar. Cap. 7

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar…

Rayuela. Julio Cortázar. Cap. 7

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos…Ponerme en forma con Alisa ha sido una experiencia genial. Siempre me quedaba con la sensación de haber tenido un entrenamiento completo. Le agradezco mucho su ayuda y sus consejos. Sin duda, recomendaría este lugar. ¡Gracias, Alisa!

Rayuela. Julio Cortázar. Cap. 68

Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia…

Rayuela. Julio Cortázar. Cap. 13

Por mas que le gustara el jazz Oliveira nunca entraría en el juego como Ronald, para él sería bueno o malo, hot o cool, blanco o negro, antiguo o moderno, Chicago o New Orleans, nunca el jazz, nunca eso que ahora eran Satchmo, Ronald y Babs, Baby don’t you play me cheap because I look so meek, y después la llamarada de la trompeta, el falo amarillo rompiendo el aire y gozando con avances y retrocesos y hacia el final tres notas ascendentes, hipnóticamente de oro puro, una perfecta pausa donde todo el swing del mundo palpitaba en un instante intolerable, y entonces la eyaculación de un sobreagudo resbalando y cayendo como un cohete en la noche sexual, la mano de Ronald acariciando el cuello de Babs y la crepitación de la púa mientras el disco seguía girando y el silencio que había en toda música verdadera se desarrimaba lentamente de las paredes, salía de debajo del diván, se despegaba como labios o capullos.

Rayuela. Julio Cortázar. Cap. 13

Por mas que le gustara el jazz Oliveira nunca entraría en el juego como Ronald, para él sería bueno o malo, hot o cool, blanco o negro, antiguo o moderno, Chicago o New Orleans, nunca el jazz, nunca eso que ahora eran Satchmo, Ronald y Babs, Baby don’t you play me cheap because I look so meek, y después la llamarada de la trompeta, el falo amarillo rompiendo el aire y gozando con avances y retrocesos y hacia el final tres notas ascendentes, hipnóticamente de oro puro, una perfecta pausa donde todo el swing del mundo palpitaba en un instante intolerable, y entonces la eyaculación de un sobreagudo resbalando y cayendo como un cohete en la noche sexual, la mano de Ronald acariciando el cuello de Babs y la crepitación de la púa mientras el disco seguía girando y el silencio que había en toda música verdadera se desarrimaba lentamente de las paredes, salía de debajo del diván, se despegaba como labios o capullos.

Rayuela. Julio Cortázar. Cap. 117

Un niño de diez y otro de once años que habían matado a sus compañeros fueron condenados a muerte, y el de diez ahorcado. ¿Por qué? Porque sabía la diferencia que hay entre lo que está bien y lo que está mal. Lo había aprendido en la escuela dominical.

Rayuela. Julio Cortázar. Cap. 15

En Montevideo no había tiempo, entonces-dijo la Maga-. Vivíamos muy cerca del río, en una casa grandísima con un patio. Yo tenía siempre trece años, me acuerdo tan bien. Un cielo azul, trece años, la maestra de quinto grado era bizca. Un día me enamoré de un chico rubio que vendía diarios en la plaza. Tenía una manera de decir «dário» que me hacía sentir como un hueco aquí… Usaba pantalones largos pero no tenía más de doce años.

Rayuela. Julio Cortázar. Cap. 17

Con muchachas que prefieren bailar mientras escuchan Star Dust o When your man is going to put you down, huelen despacito y dulcemente a perfume y a piel y a calor, se dejan besar cuando es tarde y alguien ha puesto The blues with a feeling y casi no se baila, solamente se está de pie, balanceándose, y todo es turbio y sucio y canalla y cada hombre quisiera arrancar esos corpiños tibios mientras las manos acarician una espalda y las muchachas tienen la boca entreabierta y se van dando al miedo delicioso y a la noche, entonces sube una trompeta poseyéndolas por todos los hombres, tomándolas con una sola frase caliente las deja caer como una planta cortada entre los brazos de los compañeros, y hay una inmóvil carrera, un salto al aire de la noche, sobre la ciudad, hasta que un piano minucioso las devuelve a sí mismas, exhaustas y reconciliadas y todavía vírgenes hasta el sábado siguiente…

Rayuela. Julio Cortázar. Cap. 17

Que un hombre es más que un hombre y siempre menos que un hombre, másque un hombre porque encierra eso que el jazz alude y solaya y hasta anticipa, y menos que un hombre porque de esa libertad ha hecho un juego estético o moral, un tablero de ajedrez donde se reserva ser el alfil o el caballo, una definición de libertad que se enseña en las escuelas, precisamente en las escuelas donde jamás se ha enseñado y jamás se enseñará a los niños el primer compás de un ragtime y la primera frase de un blues, etcétera, etcétera.

La lista tonta de cada jueves: Las dictaduras.

El ciclo de novelas de dictadores tuvo su mayor momento en el Boom; sin embargo, esta sombra recurrente que obscurece nuestras relaciones políticas, que periódicamente se presenta en nuestros campos y parlamentos ha dado pluma para mucho tiempo; una reflexión necesaria si consideramos que nuestras democracias deben ser defendidas todo el tiempo, cada día, cada año. No lo olvidemos, lo primero que se nota en una lista es aquello que falta.

10


La aventura de Miguel Littín clandestino en Chile. Gabriel García Márquez.

https://www.ecured.cu/La_aventura_de_Miguel_Litt%C3%ADn_clandestino_en_Chile

11


La novela de Perón. Tomás Eloy Martínez.

http://webs.ucm.es/info/especulo/numero32/novperon.html

13


En el tiempo de las mariposas. Julia Álvarez

. http://textuales.com/en-el-tiempo-de-las-mariposas/

14


El gran Burundún-Burundá ha muerto. Jorge Zalamea.

https://ediciones.uniandes.edu.co/Paginas/DetalleLibro.aspx?lid=105

16


¿Te dio miedo la sangre? Sergio Ramírez.

https://www.casamerica.es/literatura/te-dio-miedo-la-sangre

Imagginación

Meditación Divertida con Maggie

Disappearing Thoughts

clicks and clips

Tablaturas de mis pasos

Unas cuantas palabras y fotos para los lugares que me hacen feliz.

NOUS LES FEMMES

Aller au delà de nos limites à travers le monde. J'en suis capable, pourquoi pas toi? Pourquoi pas nous? Ensemble nous sommes invincibles "Je suis femme and i can".

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Un Loco Anda Suelto

Entra en mi mente...déjame entrar en la tuya...

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Neus Sintes

En el soñador vida y sueño coinciden

La poesía, eso decían

Como plasmar la idea natural.

Cynthia Briones

Poesía, reflexiones, pensamientos.

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En cada edición proponemos una palabra para indagar sus posibles significados desde distintas áreas.

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