El secreto de la literatura de terror no está en el efecto estridente, en los chorros de sangre o en los fantasmones de sábana blanca; el auténtico terror se reconoce porque invoca nuestros temores, los más atávicos y los más profundos; se le encuentra no en las frases severas y arrogantes, no en el susto de la expresión grosera o altisonante, sino en la sutileza del que siente el aliento detrás del oído mientras mira al espejo y se sabe sólo en la sala de baño. Cuando era niño, un amigo muy querido tenía un raro talento; influido por las películas de tiburones tan de moda a finales de la década de 1970, dibujaba en páginas de cuaderno masacres gigantescas de tiburones devorando multitudes de desaprensivos bañistas; yo, que apenas dibujaba monigotes, lo veía expresar no odio sino la primitiva sensación de la alegría creativa. Eran otros tiempos, ahora me vengo a enterar que eso parecía prueba suficiente para que un director de escuela primaria, que no nos conocía porque apenas tenía una semana entre nosotros, lo enviara a un lugar lúgubre para todos los niños de la Ciudad de México de aquellos días, «La Clínica de la Conducta». En fin, hoy es un buen padre de familia, excelente deportista y además educador. Insisto, eran otros tiempos, ahora tal vez alguien mejor preparado hubiera descubierto esa pasión creativa que entonces asustaba. Con el libro de Henry James pasa más o menos lo mismo; se trata de una narración honesta y sin truco en la que nunca sabremos quién o qué fue lo que nos provocó el pavor, porque lo más seguro es que ese libro despierte nuestros fantasmas interiores, esos que duermen debajo de nuestra cama y nos hacen ver figuras detrás de las cortinas.
http://www.elplacerdelalectura.com/2012/04/otra-vuelta-de-tuerca-henry-james.html
En los años sesenta se realizó una primera versión cinematográfica:
En los últimos años Nicole Kidman protagonizó una versión mejor lograda: