El vals del minuto: Literatura de terror en México

Una mirada al origen y evolución de la literatura de terror en México, una mirada al espejo de nuestros temores.

Literatura de terror en México

Curso Taller: El Centauro, el arte de leer y escribir ensayo

  • Descubre el mundo del ensayo como forma de comunicación literaria, su arte, su técnica y su importancia.
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El Centauro, el arte de leer y escribir ensayo

El vals del minuto: Manjar de dioses, literatura y gastronomía

Un minuto y un poco más para hablar de comida, banquetes, cocineros y platillos en la enorme mesa de la literatura

Manjar de dioses, una mirada a la gastronomía en la literatura

El vals del minuto: Carlos Fuentes en la literatura nacional

Carlos Fuentes no es solo uno de los autores que sostienen la tradición literaria del Siglo XX en América Latina, es también un modelo de intelectual, de hombre universal, de una literatura de puertas y ventanas abiertas, acompáñenos un minuto a reflexionar sobre su presencia.

Carlos Fuentes en la tradición literaria nacional

El vals del minuto: Los círculos de lectura

Los clubes de lectura, los círculos literarios, las capillas y toda forma de reunión para socializar la lectura son el corazón de la literatura occidental

Los círculos de lectura y la cultura occidental

Las citas de los viernes: Alfonso Reyes y la Oración del 9 de febrero

La Oración del 9 de febrero es un libro único en la obra de Alfonso Reyes, una confesión histórica y un bálsamo espiritual a la muerte de su padre; para abrir el fin de semana, esta pequeña muestra de una obra memorable:

Pero ya me canso de rogar, aun a mis mejores amigos —no que se tomen el trabajo de leer mis ciento y pico de libros publicados hasta hoy, que sería mucho pedir—, sino que pasen los ojos por la lista de mis obras, antes de lanzar generalizaciones sobre mi carrera de escritor.

En la última inundación, el río se llevó la mitad de nuestra huerta y las caballerizas del fondo- Después se deshizo la casa y se dispersó la familia. Después vino la revolución. Después, nos lo mataron..

La venganza se resolvía en besos y caricias

Bien es cierto que esos pocos días me compensaban de largas ausencias porque era la suya una de esas naturalezas cuya vecindad lo penetra y lo invade y lo sacia todo. Junto a él no se deseaba más que estar a su lado. Lejos de él, casi bastaba recordar para sentir el calor de su presencia.

Siempre el evocarlo había sido para mí un alivio. A la hora de las mayores desesperaciones, en lo más combatido y arduo de las primeras pasiones, que me han tocado, mi instinto acudía de tiempo en tiempo al recuerdo de mi padre, y aquel recuerdo tenía la virtud de vivificarme y consolarme. Después —desde que mi padre murió—, me he dado cuenta cabal de esta economía inconsciente de mi alma. En vida de mi padre no sé si llegué a percatarme nunca…

Yo nunca vi llorar a mi padre. Privaba en su tiempo el dogma de que los varones no lloran. Su llanto me hubiera aniquilado. Acaso escondiera alguna lágrima. ¡Sufrió tanto! Mi hermana María me dice que ella, siendo muy niña, sí lo vio llorar alguna vez, a la lectura de ciertos pasajes históricos sobre la guerra con los Estados Unidos y la llegada de las tropas del Norte hasta nuestro Palacio Nacional.
Como él sólo dejaba ver aquella alegría torrencial, aquella vitalidad gozosa de héroe que juega con las tormentas; como nunca lo sorprendí postrado; como era del buen pedernal que no suelta astillas sino destellos, me figuro que debo a él cuanto hay en mí de Juan-que-ríe. A mi madre, en cambio, creo que le debo el Juan-que-llora y cierta delectación morosa en la tristeza.

Yo bien hubiera querido — y mi ternura se atrevió a sugerírselo— verlo consagrado a escribir sus memorias cuando regresó de Europa, en vez de verlo intervenir a destiempo en los últimos acontecimientos que lo condujeron a un fin trágico. Pero era difícil que prevaleciera el deseo de un muchacho sin experiencia (para colmo, “picado de la araña” y que vivía siempre en las nubes) sobre las incitaciones de otras personas mayores, que después se han arrepentido al punto de negar su responsabilidad en aquella funesta ocasión, y sobre el peso de tantos deberes y tantos intereses nacionales coligados por la fatalidad. Mi brújula no se equivocaba, y tengo derecho a lamentarlo.

De repente sobrevino la tremenda sacudida nerviosa, tanto mayor cuanto que la muerte de mi padre, fue un accidente, un choque contra un obstáculo físico, una violenta intromisión de la metralla en la vida y no el término previsible y paulatinamente aceptado de un acabamiento biológico. Esto dio a su muerte no sé qué aire de grosería cosmogónica, de afrenta material contra las intenciones de la creación. Mi natural dolor se hizo todavía más horrible por haber sobre- venido aquella muerte en medio de circunstancias singular- mente patéticas y sangrientas, que no sólo interesaban a una familia, sino a todo un pueblo. Su muerte era la culminación del cuadro de horror que ofrecía entonces toda la ciudad.

Por las heridas de su cuerpo, parece que empezó a desangrarse para muchos años, toda la patria…

Lloro por la injusticia con que se anuló a sí propia aquella noble vida; sufro porque presiento al considerar la historia de mi padre, una oscura equivocación en la relojería moral de nuestro mundo; me desespera, ante el hecho consumado que es toda tumba, el pensar que el saldo generoso de una existencia rica y plena no basta a compensar y a llenar el vacío de un solo segundo. Mis lágrimas son para la torre de hombre que se vino abajo; para la preciosa arquitectura —lograda con la acumulación y el labrado de materiales exquisitos, a lo largo de muchos siglos de herencia severa y escrupulosa— que una sola sacudida del azar pudo deshacer; para el vino de siete cónsules que tanto tiempo concentró sus azúcares y sus espíritus, y que una mano aventurera llegó de repente a volcar.

Después me fui rehaciendo como pude, como se rehacen para andar y correr esos pobres perros de la calle a los que un vehículo destroza una pata; como aprenden a trinchar con una sola mano los mancos; como aprenden los monjes a vivir sin el mundo, a comer sin sal los enfermos

Cuando salí de mi casa
con mi bastón y mi hato,
le dije a mi corazón:
—Ya llevas sol para rato!—
Es tesoro —y no se acaba:
no se me acaba —y lo gasto.
Traigo tanto sol adentro
Que ya tanto sol me cansa.—
Yo no conocí en mi infancia
sombra, sino resolana.

Desde -entonces mi noche tiene voces,
huésped mi soledad, gusto mi llanto.
Y si seguí viviendo desde entonces

es porque en mí te llevo, en mí te salvo,
y me hago adelantar como a empellones,
en el afán de poseerte tanto.

Aprendí a preguntarle y a recibir sus respuestas. A consultarle todo. Poco a poco, tímidamente, lo enseñé a aceptar mis objeciones —aquellas que nunca han salido de mis labios pero que algunos de mis amigos han descubierto por el conocimiento que tienen de mí mismo. Entre mi padre y yo, ciertas diferencias nunca formuladas, pero adivinadas por ambos como una temerosa y tierna inquietud, fueron derivando hacia el acuerdo más liso y llano. El proceso duró varios años, y me acompañó por viajes y climas extranjeros. Al fin llegamos los dos a una compenetración suficiente. Yo no me arriesgo a creer que esta compenetración sea ya perfecta porque sé que tanto gozo me mataría, y presiento que de esta comunión absoluta sólo he de alcanzar el sabor a la hora de mi muerte.

El vals del minuto: Los autores y nuestra vida

El vals del minuto ofrece una mínima reflexión sobre los autores que nos han tocado el alma a lo largo de la vida, los que pasan y los que siempre están con nosotros, que ustedes lo disfruten:

Nuestra relación personal con los que no leemos, con los que leemos a veces y, en mi caso muy personal, con Alfonso Reyes

Reyesianas, una selección de textos sobre Alfonso Reyes por César Benedicto Callejas para libre descarga

Hoy conmemoramos un año más de la partida de Alfonso Reyes, para honrar al patrono del blog, mi autor favorito y mi maestro a lo largo de la vida, una selección de lo que he escrito y reflexionado sobre él, su tiempo y su obra, para libre descarga, que ustedes lo disfruten:

Una selección de textos para libre descarga

En el Estudio de Eduardo Ruiz Healy, una charla con César Benedicto Callejas

Acompáñenos a la charla con Eduardo Ruiz Healy: literatura, sociedad, reflexión amable en este horario:

_*Grupo Formula_*

Sábado 28 de noviembre / 20

Transmisión y Cobertura Programa

_*”En el Estudio de Eduardo ”_*

Con César Callejas

Abogado y Escritor

_*20:00 a 21:00 hrs_*

_*Radio_*

970 AM y

la Cadena Nacional

103.3 FM

_*20:30 a 21:30 hrs_*

_*Telefórmula_*

Canal 354 de Dish,

157 de Sky

121 de IZZI,

85 de Cablecom ,

161 por TotalPlay y

153 de Megacable

En los Estados Unidos

Comcast- por Xfinity Latino

Spectrum – por Latino View.

La vida en tiempos del COVID: Desde Monterrey, presentación de Calendario de Alfonso Reyes

No se pierda usted esta nueva mirada a una de las más gratas obras de Alfonso Reyes: Calendario. Dese una vuelta a mirar y disfrutar.

Cartones de Madrid (invitación redes)

Imagginación

Meditación Divertida con Maggie

Disappearing Thoughts

clicks and clips

Tablaturas de mis pasos

Unas cuantas palabras y fotos para los lugares que me hacen feliz.

NOUS LES FEMMES

Aller au delà de nos limites à travers le monde. J'en suis capable, pourquoi pas toi? Pourquoi pas nous? Ensemble nous sommes invincibles "Je suis femme and i can".

Rosie Blog

A garden of wild thoughts. Feeling thoughts and dilemmas

Un Loco Anda Suelto

Entra en mi mente...déjame entrar en la tuya...

umaverma12

Inner-peace is necessary to overcome of all the pain.

Neus Sintes

En el soñador vida y sueño coinciden

La poesía, eso decían

Como plasmar la idea natural.

Cynthia Briones

Poesía, reflexiones, pensamientos.

Polisemia Revista cultural

En cada edición proponemos una palabra para indagar sus posibles significados desde distintas áreas.

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Alojamientos rurales en Avila y Provincia. Tlf.920206204/ 685886664